16 de agosto de 2017

La Tempestad

También las artes cambian al mundo

28/04/2024

Cine/TV

Proyecciones de la ciencia ficción

Las adaptaciones cinematográficas rara vez son fieles a los relatos de ciencia ficción de los que se nutren históricamente

Guillermo Núñez Jáuregui | jueves, 22 de febrero de 2018

Desde sus inicios el cine se ha beneficiado de la imaginativa cantera de los relatos especulativos. Para tomar un caso icónico, el Viaje a la Luna (1901) de Méliès no sólo se inspiró en De la Tierra a la Luna (1865) y su secuela Alrededor de la Luna (1870), de Jules Verne, también tomó prestado elementos de Los primeros hombres en la Luna (1901), de H.G. Wells, que se publicó unos meses antes de que el cineasta francés realizara su filme. Algunas cintas han conjurado imágenes que, en muchos casos, se han vuelto aún más populares que las novelas o relatos que les dieron origen.

¿No es, por ejemplo, lo que ocurre con Frankenstein? Cuando se le invoca, casi por descontado imaginamos al monstruo cinematográfico de 1931 –interpretado legendariamente por Boris Karloff–, antes de que recordemos las estrategias narrativas de Mary Shelley. Algo similar ocurre con ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? (1968), de Philip K. Dick: es más probable que al mencionar ese relato nos venga a la mente el mundo sobrepoblado y sombrío de Blade Runner (1982) que los edificios vacíos o el “mercerismo” de la novela. Pero también es cierto que la obra de algunos escritores parece apenas haber sido arañada por el cine. Solaris (1972) y Stalker: la zona (1979) son clásicos del género que, sin embargo, apenas son una ventana a la vasta obra de Stanislaw Lem, por un lado, y los hermanos Strugatski, por otro.

Fidelidad imposible

El fenómeno tiene algo de obvio: las adaptaciones cinematográficas, por distintas razones (principalmente materiales), rara vez se pueden permitir ser fieles a sus materiales de origen. Pero debe llamarse la atención sobre un hecho: algunos imaginarios literarios de la ciencia ficción parecen vivir en mejor armonía con el cine que otros. ¿A qué se debe que la obra de Philip K. Dick, paranoica e imaginativa, tenga tantas adaptaciones al cine y la televisión? Además de numerosos cortometrajes basados en sus relatos, el cine espectacular de Hollywood ha recurrido en varias ocasiones a su obra, con hitos como el filme de Ridley Scott pero también en cintas problemáticas, como El vengador del futuro (1990) y Minority Report: sentencia previa (2002), o ejercicios más fieles al espíritu dickiano, como Una mirada a la oscuridad (2006).

Fotograma de “Soldado”, episodio de Rumbo a lo desconocido, basado en un relato de Harlan Ellison

Ya hemos hablado aquí sobre la pertinencia del imaginario moralizante de Dick para el presente, pero ¿no es interesante preguntarnos por qué él, Asimov o Michael Crichton sí han sido “traducidos” al cine y otros tantos no? Margaret Atwood, por ejemplo, parece que ahora sí, pero durante mucho tiempo no (su novela El cuento de la criada, de 1985, ha sido adaptada al cine y a la televisión; otros relatos suyos –de géneros ajenos a la ciencia ficción– como Alias Grace, también han llegado a la televisión y a medios inusitados como el cómic).

Dune (1965) y sus secuelas, de Frank Herbert, han tenido una relación complicada con el cine. La adaptación de David Lynch de 1984 sólo se dio una vez que el proyecto pasó por varias manos, iniciando con Alejandro Jodorowski (el documental de 2013, Jodorowski’s Dune, de Frank Pavich, detalla la historia de lo que pudo haber sido un filme aún más delirante). El material de Herbert ha sido adaptado también a la televisión, en miniseries sin pena ni gloria, y aún se habla del proyecto que Denis Villeneuve prepara en torno a él.

Una cantera de préstamos

Por supuesto, el impacto que algunas ideas de la ciencia ficción han tenido en el cine (y en la cultura en general) no se limita a las adaptaciones directas. Aunque existen varias versiones fílmicas tanto de Un mundo feliz (1932) como de 1984 (1949), es claro que mucho del imaginario distópico o totalitario que se ve puede rastrearse en las ideas de Huxley u Orwell. No es raro que la “fábrica de sueños” tome elementos de la ciencia ficción.

Famosamente, James Cameron fue acusado por Harlan Ellison de usar elementos de su relato breve “Soldado del mañana” (1957) para su serie de filmes en torno a un “exterminador” del futuro que inició en 1984 (el mismo relato de Ellison fue la base para el episodio “Soldado” del serial Más allá de lo desconocido, emitido en 1964; tras un acuerdo con los productores de la cinta, ahora los créditos de Terminator agradecen a Ellison). También de Cameron, Avatar (2009) ha sido señalada por tener similitudes temáticas tanto con Forastero en tierra extraña (Robert A. Heinlin, 1961) como con El nombre del mundo es Bosque (1976), de Ursula K. Le Guin (para un perfil publicado por The Guardian en 2014, Le Guin declaró que, en su opinión, Cameron “debió agradecer a varias personas”).

Versión de la PBS de La rueda celeste

El caso Le Guin

El caso de Le Guin (1929-2018) es interesante pues, por un lado, habla de un imaginario que se resistió durante mucho tiempo a las extrañas ideologías de Hollywood y, por otro, sobre el cuidado que tuvo con la manera en que otros trabajaban con su obra. La relación directa de la autora norteamericana con el cine fue agridulce. Se involucró en la producción de una cinta hecha para la televisión que adaptó su novela La rueda celeste (1971). La película, producida en 1980 por la PBS y dirigida por Fred Barzy y David R. Loxton, fue una de las pocas instancias en las que Le Guin celebró la adaptación (hubo otra versión televisiva de la misma novela, de 2002, que se tomó demasiadas libertades con el material original).

La rueda celeste se desarrolla en una Portland distópica en la que habita un hombre capaz de alterar el pasado y el presente del mundo a través de sus sueños. Un ambicioso psiquiatra decide manipular su habilidad para cambiar el mundo a su antojo, aunque con resultados fáusticos: su intento por solucionar el problema de sobrepoblación resulta en una pandemia; el deseo de paz mundial resulta en una invasión extraterrestre; y el deseo de ponerle fin al racismo se materializa en la triste realidad de una sociedad que comparte un único y grisáceo tono de piel.

Por alguna extraña ironía anticipativa, ha sido precisamente allí (en las coordenadas del racismo y la tendencia hollywoodense a blanquear sus producciones) donde los relatos de Le Guin ofrecen más resistencia. Cuando el canal Sci-Fi intentó adaptar su ciclo de Terramar (iniciado en 1964), iniciando con La leyenda de Terramar (2005), la autora públicamente denunció el blanqueo de su obra. La versión animada producida por el estudio Ghibli en 2006 gozó de mejor suerte, aunque tampoco logró esquivar sus críticad (señaló elementos que simplificaban su trabajo).

En mayo del año pasado, Variety reportó que Le Guin fungía como consultora de una adaptación televisiva de su novela La mano izquierda de la oscuridad (1969). Tras su muerte, está por verse qué resultados tendrá la versión producida por Critical Content. Tal vez el núcleo del trabajo de la escritora sea especialmente resistente para la cultura del espectáculo, tan adepta a la concesión (sobre la singularidad de la obra de la estadounidense escribió Nicolás Cabral, acá).

Comentarios

Notas relacionadas

Cine/TV

Líneas sobre Louis Malle

El cine del director francés muestra una gran compasión por los personajes y su mundo, como demuestra ‘Adiós a los niños’, de 1987

viernes, 19 de junio de 2020

Cine/TV

El cine de Truffaut en la Cineteca

La filmografía del creador francés es motivo de una retrospectiva que incluye cada una de sus películas.

martes, 28 de noviembre de 2017

Cine/TV

Fecundo esteta Roberto Gavaldón

Ahora en línea, ‘La otra’, la obra maestra de Roberto Gavaldón, fecundo esteta del cine mexicano

lunes, 13 de abril de 2020

Optimized with PageSpeed Ninja