16 de agosto de 2017

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Líneas sobre Louis Malle

El cine del director francés muestra una gran compasión por los personajes y su mundo, como demuestra ‘Adiós a los niños’, de 1987

Gabriel Rodríguez Liceaga | viernes, 19 de junio de 2020

Fotograma de 'Adiós, muchachos' (1987), de Louis Malle

Compasión es una palabra que no se usa mucho. El cine de Louis Malle muestra infinita compasión por este mundo, el mundo que, por un primoroso accidente, nos tocó compartir. Creador todo terreno, Louis Malle no se repetía. Cada película suya es completamente diferente a la otra que verás, se renueva con bríos desparramados. Su cine carece de límites, es como una nube. No exagero, ni siquiera en sus obsesiones es repetitivo. En su cerebro francés habitaban una decena de directores de cine. Escribo estas exaltadas líneas aun con los ojos anegados de lágrimas después de ver Adiós a los niños (1987).

Así como hay hogares en los que uno puede ubicar dónde se encuentra el núcleo del que nace todo el dolor de los que ahí viven, sostengo la idea de que todas las películas tienen un tramo que hace las veces de corazón vivo. En el caso de Adiós a los niños indiscutiblemente se trata de la escena en la que los personajes están viendo una película de Chaplin. Vemos al alumnado completo del colegio, botado de la risa por las cabriolas de Charlot vagabundo: los gemelos, el gordito, los golpeadores, los adolescentes que ya fuman. Vemos al ayudante de cocina, que es tratado como un perro, botado de la risa. Vemos al padre levantar y bajar los brazos porque no puede creer lo graciosa que le resulta la cinta muda. Los maestros también ríen auspiciados por Charlot. Vemos a nuestros dos protagonistas lanzarse una mirada de inteligencia que lo dice todo. El disfrute frente a una película sella su amistad para siempre. El resto de la escena fluye con una naturalidad primorosa, y nos damos cuenta de que somos seres humanos viendo una película en la que otros seres humanos ven una película. En esto no hay mayor novedad.

La hermosa maestra de piano y el profesor de violín musicalizan en vivo la película para el mocerío. El hermano de nuestro héroe le cambia las páginas a la pianista, y en un arranque le besa la mejilla. Todo está permitido. Algún niño comenta alguna cosa. Un adulto opina sobre lo que mira. La mujer gorda del filme se parece a la maestra de Historia. La mujer que amará a Chaplin es muy bella en opinión de un niñito. No caben las sonrisas en los rostros. Es muy conmovedor todo esto. Afuera las bombas estallan y hay toque de queda y jabalíes salvajes y nazis buscan niños judíos en los colegios.

En la siguiente escena los niños duermen en sus camas.

Cuando vemos una película de Louis Malle, él nos está soñando.

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