16 de agosto de 2017

La Tempestad

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08/05/2024

Música

Narrativas del Mutek

Aquí, una entrevista con Damián Romero, director del festival que, este año, llega a su edición 16, y una playlist con música de sus invitados principales para abrir boca

Guillermo García Pérez | lunes, 11 de noviembre de 2019

Imagen - Instalación de Architecture Social Club con Max Cooper presentada en 2018 en West Handyside Canopy, en Londres

Vuelve el festival Mutek, con su edición 16 en México y uno de los carteles más serios del panorama audiovisual en nuestro país. Las propuestas de este año son diversas: desde Caterina Barbieri y Deena Abdelwahed, pasando por Tim Hecker y Kelly Moran, hasta las instalaciones de Brian Eno o de Max Cooper en colaboración con Architecture Social Club, el festival reafirma su voluntad de no ser sólo un “festival de música electrónica”, con todos los códigos ya asociados a ese género, sino un festival de creatividad digital, donde tengan cabida un mayor espectro de propuestas, y desde donde puedan realizarse alianzas, como la que este año junto al Museo Jumex, a través de la exposición de James Turrell. ¿Cómo se logra conformar un cartel a partir de esas características? ¿Cómo otorgarles un sentido? El director del Mutek, Damián Romero, cuenta estos y otros detalles en la siguiente conversación. Proponemos, al final de la misma, una playlist con alguna de la música que más nos entusiasma de esta edición en La Tempestad.

 

¿Qué tanto puede curarse, seleccionar propuestas y dar sentido a un cartel como el de Mutek que, a final de cuentas, como cualquier festival, depende de muchos factores externos?

Es un proceso de un año el que lleva a generar ese sentido. Como dices, hay un montón de factores y variables en el camino, pero tenemos desde el inicio una idea ancla, desde la que partimos y que después irá sumando otras ideas y colaboraciones. Tenemos clara siempre la motivación de movernos a nosotros mismos, en términos de programación y experiencia, por ejemplo, en el hecho de darle a los escenarios una forma distinta cada año. Es un proceso muy inquieto: buscar la estética que queremos dentro de un mundo lo más amplio posible. Finalmente queremos construir programas coherentes hasta cierto punto, porque también queremos dejarnos llevar por lo imprevisible. Hay un grado de estrés, evidentemente, queremos que las cosas queden perfectamente, pero hay muchos factores que hacen que esos resultados nos sorprendan.

¿Cómo lograr un equilibrio entre los actos más experimentales y sets más accesibles?

Hay una mezcla, se puede sentir en el resultado final de la programación, que este año, me parece, quedó muy bien balanceada: hay una representación clara tanto de los valores históricos del festival como de los objetivos a futuro en términos de investigación y de programación o curaduría. Algo que nos ha permitido ser flexibles (y que nos divierte) es que precisamente la tecnología genera todo el tiempo nuevas formas. Una sola sala del festival puede darnos diferentes referencias, tanto a nivel sonoro como visual y arquitectónico; básicamente diseñamos todos esas referencias imaginándonos a nosotros mismos como audiencia.

¿Qué hay de tus hábitos de escucha y los de tu equipo? ¿Cómo se plasman en la programación misma?

No solamente es escuchar, también es ver, porque realmente queremos que nuestros contenidos recaigan en el espacio físico. El espacio físico es un ingrediente igual de relevante que el estrictamente artístico, porque es el vehículo que genera una respuesta tanto de la audiencia como del mismo artista. La parte sonora es lo que más se entiende cuando se comunica el festival, pero la parte visual es igual o más importante para mí. En cuanto a los hábitos, en lo personal intento sin ningún tipo de pretensión escuchar un espectro muy amplio de música, porque considero que es muy importante tener una perspectiva; es decir, lo que hacemos en Mutek es tan sólo parte de lo que me gusta. Estamos todo el tiempo nutriéndonos porque también nos inspira para que lo que programamos. Siempre queremos estar motivados para imaginar cosas y materializarlas: dibujar algo y saber que podemos concretarlo en colaboración con gente que respetamos y admiramos. Y también darle entrada a artistas que están construyendo desde abajo, ponerlos en un contexto similar a otros más consagrados, nivelarlos, para ayudarlos a continuar.

Hablando de la parte visual en diálogo con la sonora, este año se presenta la instalación Condenser de Brian Eno, y me parecían sintomáticas algunas reacciones en redes sociales sobre el hecho de que él no se presentará personalmente –aunque, en verdad, acceder a su instalación es un poco acceder a su mente creativa.

Brian Eno no hace presentaciones en vivo desde hace muchos años, no hace performance, está cien por ciento enfocado en su arte, en sus colaboraciones a nivel de producción y en sus charlas. Al respecto, creo que el mundo del arte está viviendo una transición que tiene que ver con el consumo del arte a nivel físico, cómo se ha tenido que reinventar y adaptar en términos de experiencia para las nuevas generaciones. Entonces, Condeser es una obra de Brian Eno, lo que estamos haciendo es meterla en nuestro ecosistema, contar una historia distinta a nivel de experiencia, acercar a los públicos al arte de los pioneros a través de nuestra propuesta. La colaboración con el Museo Jumex, por ejemplo, también tiene que ver con esto: lograr conectarnos durante la semana del festival con la exposición de James Turrell es un lujo. Es un statement de hacia dónde queremos ir: hay un boom internacional de espacios inmersivos, que acercan a la gente a una connotación más profunda del arte digital, porque aún se están construyendo la validación y el entorno artístico para comprender la profundidad de su alcance. Queremos ser partícipes de esto.

Mencionabas el hecho de dar espacio a músicos nuevos y ponerlos al nivel de los consagrados y es notorio cómo ha aumentado en Mutek la participación de músicos mexicanos cada vez más jóvenes. Y me preguntaba hasta qué punto esto puede relacionarse con el estado social y político del país.

Siempre que lo pongo en perspectiva con los 16 años del festival en México, me doy cuenta que realmente vivimos es otro momento. Ahora que hicimos por primera vez una convocatoria abierta a talento mexicano recibimos más de 250 aplicaciones, nos impresionó. Fue muy emocionante, porque reafirmamos una tendencia de la que hemos sido parte, más no responsables. Creo que también es algo muy generacional, por el hecho de que los jóvenes puedan elegir mucho más a detalle lo que quieren hacer con sus vidas y especializarse en los que les gusta. Está cambiando todo un entorno en el uso de las tecnologías: un común denominador que percibo es el hecho de que todo termina por vincularse en el diseño de experiencias.

¿Qué esperas con más emoción de la nueva edición de Mutek?

Todo lo que programamos me gusta, pero me da especial curiosidad ver el trabajo de 404.zero, que incluirá una sorpresa extra en cuanto a su instalación; también el resultado final de Max Cooper & Architecture Social Club; o la presentación de Ryoichi Kurokawa o de Daito Manabe, otro de mis favoritos. El frente internacional femenino de este años está poderosísimo, con Caterina Barbieri, Aïsha Devi, Kelly Moran o Deena Abdelwahed; creo que esa representación femenina confirma una tendencia histórica de equidad de género que ya es una realidad, es algo realmente emotivo porque el equilibrio es natural por la calidad de las propuestas, ya tomó una ruta muy natural. Tim Hecker con The Konoyo Ensemble tienen un performance increíble, con instrumentos japoneses ancestrales; Fennesz es otro de los pioneros que es de mis favoritos. King Midas Sound, Overmono, John Talabot…creo que el balance es muy bueno porque no hay una línea marcada de un sólo tipo de artista, hay mucha versatilidad que le va a dar mucho dinamismo a la narrativa de cada noche.


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