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Literatura

Sensibilidades literarias

Agustín Fernández Mallo, una de las voces más originales de la literatura en español, participará en una charla en el CCEMx sobre narrativas contemporáneas, a las que considera como parte de una realimentación entre imaginarios. Aquí, una entrevista con el escritor

Carlos Rodríguez | lunes, 3 de septiembre de 2018

Un anticipo del Hay Festival Querétaro: el jueves a las 20:00 horas el Centro Cultural de España en México presentará una conversación sobre narrativas contemporáneas en el mundo de las letras en español en las que participarán el escritor español Agustín Fernández Mallo y la periodista argentina Lucía Lijtmaer. El propósito del encuentro, que será moderado por Óscar Benassini, es ensayar ideas sobre la práctica de la escritura en el presente y apoyar la cita literaria queretana, que se realizará del 6 al 9 de septiembre. Aquí, una charla con Fernández Mallo, una de las voces más originales de la literatura en español, que acuñó el término poesía postpoética, que establece conexiones entre la literatura y las ciencias. El español, autor de Limbo (2014), recién ganó el Premio de Biblioteca Breve con Trilogía de la Guerra.  

 

Desde tu propia práctica de la escritura ¿cómo entiendes las narrativas contemporáneas en español?

Las entiendo de una manera no localista. En primer lugar como una forma de llevar la sensibilidad propia del idioma a diferentes latitudes, dando lugar a una realimentación entre las muchas cosmovisiones e imaginarios colectivos propios de los diferentes países que lo hablamos, y de otros en los cuales está hospedado, por ejemplo Estados Unidos. Las entiendo, también, como receptoras, es decir, una forma natural de incorporar influencias de otras lenguas y de diferentes culturas del planeta. Es imposible pensar hoy la narrativa contemporánea en español sin detectar elementos de la cultura anglosajona o centroeuropea; o incluso asiática a través de la globalización de la sensibilidad china que mejor o peor nos llega a través de sus productos culturales. No obstante, más que de lenguas hablaría de sensibilidades y temas que las atraviesan, con independencia de en qué idioma sean expresados. Me refiero a las diferentes visiones, a veces opuestas entre sí, de la economía, la globalización o la igualdad. Incluso subtemas como la ciudad, la ciencia, el territorio, las comunicaciones, etc. Una narrativa específicamente nacional no me interesa; desentona, no conecta con mi manera de vivir y entender mi día a día.

¿A partir de qué ideas o argumentos es posible decir que las narrativas han traspasado la posmodernidad? Si esto es así, ¿cómo podemos llamarle a la era en la que estamos inmersos?

En primer lugar habría que definir qué es la posmodernidad; cuando lees mensajes en las redes sociales te das cuenta de que cada cual entiende por ello una cosa, algunas totalmente disparatadas. Incluso entre gente que cuya voz es autorizada, las interpretaciones son variadas. En segundo lugar me parece mucho decir que las narrativas hayan traspasado totalmente la posmodernidad –el postestructuralismo-; no tenemos distancia para poder afirmarlo. En los comportamientos sociales cada vez vemos más actos reflejos típicos del posmodernismo. Por ejemplo, la así llamada posverdad no es más que la última consecuencia, acaso distorsionada hasta el absurdo, de lo que Baudrillard llamó en su día Simulación Total, que no era más que una utopía, un pensamiento límite. Ahora en España está en boca de todos (sobre todo en la política real) el término “construcción de un relato”, que como se sabe es un concepto acuñado y validado por el posmodernismo como caída de un supuesto gran Relato dominante. Un ejemplo más: los movimientos de liberación de minorías, o incluso el reciente #MeToo, serían imposibles sin el cuestionamiento del poder único y de los discursos hegemónicos que en su día llevó a cabo el posmodernismo en aplicación de diversas revisiones del pensamiento de –entre otros y otras– Foucault.

Lo que sí que es cierto es que las narrativas hoy se cuestionan el posmodernismo, hay un regreso al prestigio de la materialidad de las cosas y las “esencias”. Lo vemos en el asunto de la inmigración: gente de países en guerra está llegando a Europa. Una dramática realidad nada posmodernista a la que Europa está dando unas soluciones 100% posmodernas, y esto está siendo cuestionado por la literatura. Lo que veo hoy en las narrativas no es tanto la superación del posmodernismo como sí su revisión sin haber salido aún de él, lo que, paradójicamente, conduce a reforzarlo. De ello hablo en mi novela Trilogía de la guerra (Seix Barral), pero sobre todo lo desarrollo en el ensayo Teoría general de la basura, que editará en octubre Galaxia Gutenberg.  

Con respecto a la literatura actual en español ¿existe un juego de espejeo con las letras inglesas, francesas o de otro grupo linguïstico?

Muchos y variados. No es posible pensar la literatura que se hace en cualquier país hispanohablante sin tener en cuenta en primer lugar la hegemonía de las letras anglosajonas, ni su realismo social de los años cincuenta, ni su posmodernismo del resto del siglo XX, ni su concepción de la minorías culturales del siglo XXI –de hecho, diría que estamos escandalosamente influenciados por ello. Pero es que tampoco podemos pensar nuestra literatura hoy sin la influencia de, por ejemplo, Sebald y su tradición centroeuropa, autor que a su vez está muy influido por nuestra lengua en tanto él, como buena parte de la literatura interesante que se ha hecho en inglés en los últimos cuarenta años, ha bebido de los imaginarios de Borges o de García Márquez. Pensemos en Bolaño, en cómo recogió toda la literatura latinoamericana del siglo XX y la pasó por un filtro que ya no es ni europeo ni estadounidense sino una extrañísima combinación de ambos. Son sólo unos pocos ejemplos que indican que la literatura en español –y ocurre en general en las lenguas vivas que provienen del latín, y quizá sea casual, por motivos asociados a la geopolítica y las economías de mercado–, es muy porosa a transferencias y contaminaciones a lo largo del siglo XX y de este XXI, y por ello es tan interesante.  

Aún está reciente la muerte de autores como Sergio Pitol y Nicanor Parra. ¿Qué escritores o pensadores son los que más han calado en la literatura contemporánea en español?

Debido a esta “globalización customizada” del idioma español de la que estamos hablando, lógicamente hay muchísimos escritores y escritoras. Los aquí ya citados son algunos, pero pienso también en grandes figuras que han estado ahí siempre, que han influido muchísimo y que no siempre se han sido reconocidas como verdaderas influencias, por ejemplo Susan Sontag, Mary Shelley, Marguerite Duras o Alejandra Pizarnik. 

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