04/11/2025
Pensamiento
Una sentencia contra el crimen de Estado
‘Pasolini, masacre de un poeta’ (Malpaso), de Simona Zecchi, disecciona el mecanismo de encubrimiento del asesinato del pensador italiano
Pier Paolo Pasolini retratado por Gideon Bachmann. © Archivio Cinemazero Images
La mañana del 2 de noviembre de 1975, la prensa italiana informó del hallazgo del cadáver del cineasta y escritor Pier Paolo Pasolini en el balneario de Ostia. Las autoridades detuvieron al joven Giuseppe Pelosi, de 17 años, conduciendo el vehículo de la víctima. El tribunal condenó a Pelosi por homicidio voluntario al año siguiente, basándose en su confesión inicial. La justicia sostuvo la tesis del “crimen pasional”, señalando que la muerte fue resultado de una violenta pelea en un encuentro sexual, sin la participación de terceros.
La investigación Pasolini, masacre de un poeta (2018; Malpaso), escrita por la reconocida periodista Simona Zecchi, desmantela la tesis del móvil sexual del crimen. La autora italiana afirma que el asesinato de PPP constituyó una “masacre tribal” orquestada por la extrema derecha y los servicios secretos italianos (SIP). Su libro argumenta que delincuentes de bajo nivel y neofascistas profesionales ejecutaron la matanza, actuando bajo manipulación y encubrimiento de instancias superiores. El móvil fue silenciar la inminente revelación de Pasolini sobre la financiación de las masacres italianas y la Estrategia de la Tensión.
El periodismo de investigación se plantea identificando una anomalía oculta que afecta el interés público para luego formular una hipótesis clara. La tarea es construir una base de evidencia irrefutable que contraste fuentes primarias y secundarias con máximo rigor ético. Este libro se erige precisamente como una contrainvestigación implacable que desarma la “verdad oficial” pieza por pieza, no con interpretación sino con una densa y organizada base documental. En Pasolini, masacre de un poeta Simona Zecchi, a partir de ese material, confirma este requisito fundamental: revela una conspiración diseñada para silenciar al intelectual más incómodo del país europeo y prueba cómo la versión oficial fue una anomalía impuesta activamente para proteger a los verdaderos actores.
Tres son las promesas centrales de la investigación de Zecchi a sus lectores: desmantelar la verdad oficial, probar que el crimen fue una masacre tribal y revelar el verdadero móvil político. Con esta base, el libro se convierte en la herramienta definitiva para entender, más allá del sensacionalismo, el asesinato de Pier Paolo Pasolini. La obra confirma esta premisa, demostrando su rigor documental en tres frentes: 1) desmonta la versión oficial al probar la participación de más agresores con el hallazgo de cinco perfiles genéticos de ADN en la ropa de Pasolini; 2) revela el móvil político sustentándolo en el diálogo del autor con el terrorista Giovanni Ventura y la conexión del chantaje de las cintas de Saló con la Estrategia de la Tensión; 3) confirma la tesis usando documentos inéditos, como un telegrama desaparecido y testimonios no publicados de exterroristas.

Simona Zecchi, Pasolini, masacre de un poeta, traducción del italiano de Adrià Edo, Malpaso, Barcelona, 2023
La virtud y el rigor excesivo
El rigor documental de Zecchi, sin embargo, no está exento de desafíos estilísticos y metodológicos. La acumulación de evidencias (dobles de coches, dobles de atropellos, dobles de matrículas) puede resultar excesivamente densa para el lector no iniciado. De hecho, un editor severo podría argumentar que el argumento del “doble atropello” se siente demasiado machacado en varios capítulos.
A esto se suma la complejidad metodológica. Aunque la voz de la autora es convincente, se echa en falta una mayor distancia crítica en el uso de testimonios de dudosa moralidad (criminales como De Sanctis o ex terroristas como Concutelli). El texto tiende a asumir la veracidad de estas fuentes cuando sirven a su tesis, lo que estilísticamente puede polarizar al lector que exige mayor escepticismo sobre la palabra de figuras criminales.
En síntesis, Pasolini, masacre de un poeta no es una lectura de “placer culposo” sino un texto de referencia fundamental para cualquier estudio serio sobre el caso y una obra absolutamente necesaria. Su defecto menor es su virtud mayor: es tan obsesivo con la verdad que se olvida de ser fácil de leer.
Zecchi es brillante probando la mentira oficial (el móvil sexual), pero ¿es posible que el lector más escéptico se sienta “atorado” al tener que dar el salto de la evidencia indirecta (cartas y telegramas perdidos) a la conclusión de la conspiración de Estado, preguntándose si la verdad que propone es una conclusión lógica o una prueba irrefutable? Quizás ése es el legado final del crimen: el poder se aseguró de que no hubiera una verdad judicial irrefutable, obligando al periodismo a mantener viva la batalla. En ese sentido el libro de Simona Zecchi es, a falta de una sentencia, la condena moral definitiva del encubrimiento. Para el lector en México y América Latina, la investigación es un espejo incandescente. La masacre de Pasolini, con su red de servicios secretos, extrema derecha y criminalidad de Estado, resuena en nuestras propias dinámicas políticas.
Pasolini fue el primero en diagnosticar la “mutación antropológica” generada por el neocapitalismo: la homologación cultural, la destrucción del mundo arcaico y la propagación de una corrupción que hoy devora nuestras instituciones. Esta tesis se articula con dolorosa lucidez en sus colecciones de ensayos periodísticos, como Escritos corsarios (Galaxia Gutenberg) o Cartas luteranas (Trotta), donde lamenta la pérdida de la cultura popular y ataca la nueva permisividad del poder. De hecho, la propia investigación de Zecchi sugiere que la información que recopiló para su novela inacabada, Petróleo (Nórdica), sobre la mafia y los escándalos petroleros, fue el explosivo que detonó la masacre.
Pasolini, masacre de un poeta no es solo la relectura de un expediente; es la prueba de que el poder, al verse desenmascarado, opta por la aniquilación. Al final la figura de Pasolini, con su férrea resistencia moral ante la corrupción que nos resulta tan familiar, convierte esta obra en un libro ineludible. Su asesinato, a 50 años de distancia, no es un hecho clausurado sino un recordatorio de que la batalla por la verdad periodística debe continuar sin tregua, para no permitir que el sistema se salga con la suya, ni en Ostia ni en casa.