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Artes visuales

Sofía Táboas: experiencias térmicas

Una visita al estudio de la artista Sofía Táboas, que actualmente expone ‘Gama térmica’ en el Museo Jumex de la Ciudad de México

María Olivera | jueves, 11 de noviembre de 2021

Sofía Táboas retratada por Ignacio Ponce

Visitar el estudio de Sofía Táboas tras la inauguración de una muestra tan compleja como Gama térmica, actualmente a la vista en el Museo Jumex, implicó una conversación a propósito del espacio arquitectónico y emocional de su taller. Las paredes del estudio estaban llenas de clavos que guardan la memoria de las piezas que ahora se presentan en el museo, y el lugar tenía el aura de una mudanza. “No es una sensación muy placentera”, confiesa Táboas, “no porque extrañe las piezas, sino porque se siente un vacío y un cansancio. Después de un proceso así de intenso viene el período de reordenar el taller: quitar los clavos, volver a acondicionarlo, resanar, limpiar, ponerlo listo para trabajar”.

La labor de Táboas en el Museo Jumex implicó dos esfuerzos distintos. Por una parte, preparó la muestra individual donde presenta una selección de obra que incluye piezas de años pasados y producción nueva. Por otra, realizó el ejercicio curatorial Temperatura ambiente, exposición colectiva donde se incluyen 35 obras de la Colección Jumex. En ambos casos se percibe una lectura poética del espacio, una reflexión sobre lo arquitectónico que otorga a las piezas un leitmotiv compartido: la temperatura.

Como los nombres de ambas exposiciones sugieren, este tópico nos invita a pensar la manera en que nos relacionamos con un lugar como el museo a partir de las sensaciones de frío o calor. “En el inicio de la pandemia no nos pudimos liberar de la conciencia del cuerpo y su temperatura. Es interesante que esa reclusión en nuestros espacios nos haya forzado a voltear hacia nosotros mismos, nos haya hecho más conscientes de nuestro cuerpo, de cómo nos sentíamos, de si había síntomas o no… Nos volvió hacia el cuerpo, y eso generó una especie de soporte sobre el que empecé a trabajar estas ideas”.

Sofía Táboas

Sofía Táboas en su estudio. © Ignacio Ponce

El espacio y lo incontrolable

Uno de los ejes de trabajo de Sofía Táboas (Ciudad de México, 1968) es el espacio, y en la visita a su estudio surgió la pregunta sobre qué lo conforma, es decir, si se trata de cuatro paredes y un techo o de una conversación con la naturaleza y los límites entre el interior y el exterior. A lo largo de su carrera la artista se ha interesado principalmente por el espacio construido; no obstante, las exposiciones en el Museo Jumex la han hecho más consciente de la primera esfera que habitamos, nuestro propio cuerpo, y la manera en que nos vinculamos con un museo, un refugio o incluso con un paisaje. “La cuestión corporal siempre está presente en mis piezas en cuanto a la percepción y la escala, que incluye al espectador en una dimensión inmersiva; en ese sentido hice más consciente la presencia del cuerpo en estas exposiciones”.

“Creo que es algo que está ahí, en mi inconsciente, y que sale intermitentemente, esta necesidad de conectarme con lo vivo.”   

En Gama térmica hay piezas que desdibujan los límites entre lo que puede considerarse interior o exterior, ya que se integran celosías, plantas y materiales de construcción que están transformándose constantemente. En el caso de Invernadero (ventana de orquídeas) (2021) Táboas intenta preservar vida vegetal dentro de la galería del museo. “La conciencia del cuerpo se vuelve más clara, más nítida, cuando trabajas con plantas. Y esa experiencia tiene un vínculo con mi formación. Creo que es algo que está ahí, en mi inconsciente, y que sale intermitentemente, esta necesidad de conectarme con lo vivo. Me gusta además la idea del paisaje como algo inconmensurable, vasto, solitario y extenso, donde sólo se ve el horizonte. Me interesa el paisaje como una presencia que también es imponente, contundente y violenta, aunque en mis piezas trabaje con ciertos límites y control”.

Una obra que logra conciliar la fuerza de la naturaleza y los límites que la van domesticando es Filtro lama, dos tanques de vidrio que funcionan como ventanas y contenedores de algas. Con el paso del tiempo, en las condiciones adecuadas, lo organismos crecen y van modificando la vista al exterior, pues distorsionan lo que se observa a través de ellos. Esta obra se presentó por primera vez en el Museo de Arte Carrillo Gil en 2011, de una manera más inconsciente, con menos investigación. “El alga creció tanto que colapsó, entonces volvió a aparecer el exterior. Mi teoría, totalmente ignorante, era que no había soportado su propio peso”. Para esta segunda presentación, Táboas entabló relación con un experto en algas, que le explicó lo que había sucedido: colapsó por falta de comida. “Ahora hemos procurado que tengan alimento y están creciendo mucho”.

Sofía Táboas

Materiales en el estudio de Sofía Táboas. © Ignacio Ponce

El reconocimiento de las necesidades de las piezas, al tratarse de seres en transformación constante, planteó la necesidad de gestionar no sólo los aspectos técnicos e institucionales de la conservación de las obras, sino la vida que hay en ellas. ¿Necesitan luz, agua, alimento? Esta situación afecta nuestra experiencia como espectadores. “Filtro lama es una pieza muy importante en mi trabajo porque justamente ejemplifica una fuerza que sale de tu control: aunque le des alimento, a lo mejor el alga no está cómoda o le falta el sol. Para esta instalación estuvimos cazando algas por la ciudad, y las que se dieron finalmente fueron las que el equipo del museo encontró a lo largo de la vía del tren que está a un lado, lo cual la vuelve una pieza totalmente in situ”.

Salir del arte

Hay dos experiencias importantes en la práctica de Sofía Táboas: por un lado, el trabajo con agentes que no necesariamente son parte del medio artístico; por otro, el papel como espectadora de su propia obra. “Me parece increíble esa parte del trabajo en la que terminas interactuando y conociendo una porción pequeña de otro mundo, ya sea el de un herrero, un carpintero o un experto en algas. Esa diversidad es muy emocionante; por eso el vínculo con el espacio es tan importante, porque demanda distintas intervenciones”. Varias manos participan en la hechura de sus piezas, en un proceso enriquecedor: “El espectro material es muy limitado si lo suscribimos al taller. La participación de técnicos o especialistas te permite abrir ese campo y alimentar las ideas de una manera mucho más compleja”.

“El espectro material es muy limitado si lo suscribimos al taller. La participación de técnicos o especialistas te permite abrir ese campo y alimentar las ideas de una manera mucho más compleja.”   

A Táboas le interesa además soltar el control, permitir que las piezas se desenvuelvan. “Hay partes que me gusta controlar mucho, como las que involucran al carpintero o al herrero, pues no quiero que improvisen, pero hay otras partes con materiales susceptibles de cambio. En ellas cabe la sorpresa, solamente ejecuto el paso uno y dejo ser al material –las algas, la lama, el algodón de azúcar y otros no necesariamente vivos– para que se transforme. Aunque procure algunas condiciones, la sorpresa del cambio desde luego es placentera. No importa si pasa A o B, lo importante es que esa A o B sucedió sin que yo metiera las manos”. Así la artista se vuelve espectadora de sus propias obras.

Sofía Táboas

© Ignacio Ponce

Surge entonces la pregunta: ¿en qué momento termina la intervención de la artista? Exponer en un museo determina el comportamiento de ciertas piezas, especialmente de aquellas que dependen de factores naturales o que son sensibles a los cambios en el ambiente, como Mural termocrómico (2021): “Es un muro con pintura susceptible a la temperatura. Si aplicas calor aparece una mancha blanca, pero si el ambiente se enfría desaparece. En ese punto tuve que tomar decisiones porque el aire acondicionado del museo es muy frío; descubrimos que al bajar de 20 grados la pintura se borra. No se puede cambiar la temperatura del museo drásticamente sino de forma gradual, para evitar que piezas como Línea térmica [2016], de adobe, sufran fracturas”.

Crear desde el escritorio

El trabajo de Táboas se relaciona con espacios concretos. Actualmente prepara un proyecto de escultura pública permanente en Alemania: “Es interesante pensar en el contexto y en el lugar. Cuando haces una obra para un sitio específico sabes que a los dos meses se va a la basura y ya está, pero cuando la obra tiene que permanecer la problemática es otra”. Se consideran las posibles percepciones de la pieza en distintas épocas del año, el ánimo del público y otros factores que, en otras circunstancias, no serían tomados en cuenta.

Sofía Táboas en su estudio. © Ignacio Ponce

Todas estas posibilidades se plantean desde el escritorio. “Tal vez no se considera la labor de un artista, pero la mitad del tiempo mi trabajo es estar investigando, revisando archivos, proyectando las piezas, estructurando las ideas” para después aterrizarlas en el taller. “Hay también mucha logística y coordinación, definir que esta parte la va a hacer el herrero, que se necesita un plano, etcétera. El trabajo de taller generalmente depende sólo de mí o de unos pocos asistentes. La obra en papel o las pinturas las hago yo en el estudio”.

“Tal vez no se considera la labor de un artista, pero la mitad del tiempo mi trabajo es estar investigando, revisando archivos, proyectando las piezas, estructurando las ideas.”   

Hacia el final de la visita le pregunté por su relación con el azul. Aunque ella no ha concientizado del todo que es un color presente en muchas de sus obras, dio una respuesta que abona a la exploración de las piezas vivas: “Para mí el azul es el único color que no se puede contener, un color que se vuelve extensivo. No lo puedes aprehender. El rojo y el amarillo emiten calor, pero hay un límite; en cambio el azul se funde con el horizonte, abarca de una manera casi infinita. Creo que esa relación con el horizonte, con la vastedad del paisaje, es el vínculo con el azul”.

La obra de Sofía Táboas nos invita a mirar nuestro primer refugio, el cuerpo, y a posicionarnos en un espacio expositivo como el museo desde la consciencia del aquí y el ahora. Tanto su muestra individual como la curaduría realizada para el Museo Jumex pueden visitarse hasta el 13 de febrero de 2022.

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