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Vagabundos y expulsados

El nuevo libro de Philippe Ollé-Laprune ensaya sobre la obra de autores que develaron “una tensión entre América Latina y Europa”

Guillermo Núñez Jáuregui | martes, 26 de diciembre de 2017

Philippe Ollé-Laprune

Aunque parece estar alejado, en tono, de la distancia pedagógica que adoptó en presentaciones como Para leer a Aimé Césaire (2008) o Para leer a Michel Leiris (2010), el nuevo libro de Philippe Ollé-Laprune, Los escritores vagabundos. Ensayo sobre la literatura nómada, tiene algo de instructivo: se aprecia en él una pasión, el esfuerzo por acercar a otros lectores una manera de abordar un cúmulo de obras vinculadas por movimientos singulares. A partir de las distintas gradaciones entre morales y estéticas que se encuentran en el espectro que va de la errancia o el vagabundeo transatlántico hacia el exilio y el refugio, Ollé-Laprune ensaya sobre la obra de autores que develaron, especialmente, una tensión entre América Latina y Europa, aunque también le da atención a escritores como Hemingway.

El libro puede verse como una continuidad clara de dos ejercicios editoriales emprendidos por Ollé-Laprune: Tras desterrados y Entre desterrados, ambos de 2010. En ellos convocó a escritores como Eduardo Milán, Fabienne Bradu, Margo Glantz, José Manuel Prieto, Héctor Manjarrez o Sandra Lorenzano (entre otros) para ensayar sobre el impacto que tuvo en México recibir a intelectuales exiliados. Pero, de nuevo, no es sólo el exilio (ya sea por causas de calibre histórico o no) lo que interesa a Ollé-Laprune, sino la sintonía en distintas intensidades que autores de diversas latitudes (ya sea provenientes de América Latina en tránsito hacia Europa, o al revés) tuvieron con sus destinos. Aquí debe señalarse que el autor ya había desarrollado la capacidad de detectar, con su propia antena, esas afinidades y distancias; su ensayo México: visitar el sueño (2011, traducido del francés por Mónica Mansour) es una breve reflexión, a la vez extrañada y familiar, que un lector extranjero hace sobre las letras de un país adoptado.

Los escritores vagabundos se divide en dos partes, escisión que ya anuncia una tesis. A saber, que existen dos formas fuertes (de nuevo, con sus gradaciones) en que los escritores llegan a otras latitudes: ya sea para evadirse o escapar de sus entornos originales; o bien, como expulsados, personajes que cargan con sus condenas para descubrir posibilidades en nuevas geografías. Los primeros, para Ollé-Laprune, incluyen a Artaud, Lowry, César Vallejo, César Moro o Julio Ramón Ribeyro, que parecen atender la advertencia de San Agustín en sus Confesiones (“Viajan los hombres por admirar las alturas de los montes, y las ingentes olas del mar, y las anchurosas corrientes de los ríos, y la inmensidad del océano, y el giro de los astros, y se olvidan de sí mismos”); aunque en un inicio parecen huir de sus entornos, lo hacen no por las particularidades de sus destinos europeos o americanos (que terminan por transformar bajo signos completamente personales), sino para descubrirse a sí mismos.

Por otro lado, los expulsados. Aunque también descubren con ilusión nuevos destinos (“Bernanos vive en Brasil un mundo que celebra la frescura de la juventud mientras Zweig ve en ese sitio la grandeza de la mezcla de las culturas. Burroughs siente que el respeto en su moderación tiene en México una tierra de cultivo, mientras que D.H. Lawrence encuentra ahí un lugar donde la violencia impone un vigor que él busca. Hemingway vive una melancolía sincera en Cuba, país inmerso en ese sentimiento”), estos, tal vez por la “condena” con la que cargan, terminan por desilusionarlos.

La lectura que hace Ollé-Laprune orbita alrededor de una preocupación más moral que política, pero no se trata de una moral cercana a la ética (como la del lector preocupado por acercar una obra a un régimen de políticas de identidad o género, por ejemplo), sino estética. Las preguntas por la autenticidad que motivó desplazamientos, por el extrañamiento del nuevo entorno, y los descubrimientos, recorren al libro, acercándolo al ensayo de tesis; pero es el tono certero, el de un escritor familiarizado con el fenómeno nómada o vagabundo, que lo desenmascara como un ensayo personal.

Philippe Ollé-Laprune, Los escritores vagabundos. Ensayo sobre la literatura nómada, Tusquets, México, 2017

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