16 de agosto de 2017

La Tempestad

También las artes cambian al mundo

03/05/2024

Artes visuales

El secreto de lo visible

Culminó ‘Radiografía de la escena emergente’; la artista Paloma Contreras leyó este texto en la clausura, en el Museo del Chopo

Paloma Contreras Lomas | miércoles, 13 de noviembre de 2019

Imagen tomada del perfil en Facebook de Salón Silicón

El 31 de octubre pasado culminó la iniciativa Radiografía de la escena emergente, gestionada por esta revista con el apoyo del Proyecto Bi de la Fundación BBVA. Cobijada por el Museo Universitario del Chopo en su Foro del Dinosaurio, la mesa reunió a la artista Paloma Contreras Lomas, al investigador y promotor cultural José Luis Paredes Pacho y al director de La Tempestad, Nicolás Cabral, para comentar los cuadernillos que se publicaron durante el año y hablar de las diferencias entre las escenas artísticas de las últimas décadas. He aquí el texto que leyó la miembro del colectivo Biquini Wax EPS.

 

Me interesan mucho los sueños. Intento recordarlos diariamente, no siempre sueño y no siempre me acuerdo de lo que soñé. Hay sueños que recuerdo mucho, ya sea porque se han repetido, o porque son memorables, como por ejemplo cuando tuve un sueño húmedo con Carlos Salinas Gortari. En el sueño Carlos Salinas Gortari y sus secuaces me secuestraban y me llevaban a una casa de interés social del Infonavit. La casa era una de esas casas muestra, fantasía de clase media aspiracional, muebles plastificados y pósters de arte moderno enmarcados en las paredes. Cuando mis captores me llevaron a la casa de seguridad, tardé días en encontrarme con él. Cuando por fin me encontré con él, iba vestido con pantalones caqui y un suéter tipo Ferrioni a los hombros, un niño bien de toda la vida. Durante nuestra convivencia doméstica, poco a poco me empecé a enamorar de mi captor, vampiro de la política mexicana, no solo por su refinado gusto de vestimenta al más puro estilo Perisur, sino que Salinas me parecía irresistible. Me siento un poco culpable al contar esto en público, ya que estoy develando lo básico de mis fantasías, pero intuyo que mis fantasías neoliberales a la mexicana no están solas. Podría apostar que más de la mitad de los artistas mexicanos que conozco tienen una sexualidad naftálgica.

Lo que logré entender de aquel sueño es que la producción artística politizada en México sufre el síndrome de Estocolmo. Hay una libido grande hacia lo nacional, hacia el 94, hacia la calva vampiresca de Salinas, calva introductoria al libre mercado, que nos sigue engatusando con aquello de que venimos de los noventa. Me preocupa que mis próximos sueños húmedos estatales, en tiempos de la 4T, sean protagonizados por Lázaro Cárdenas en un Porsche.

Para mí, ser artista emergente y pertenecer a un espacio independiente son categorías que no significan absolutamente nada. Porque cada vez cumplo más años y me vuelvo más dependiente. Es interesante esa concepción, la de ser un artista emergente; me da la sensación de una labor de parto de 17 años (según los lineamientos del Fonca) esperando a que me aborten a los 34 para al fin emerger como un fénix envuelto en placenta y aterrizar con un trabajo lo suficientemente político en alguna galería. Ser un artista emergente es habitar un rito de paso que dura años, siempre emergente, siempre revolucionario y siempre joven. Creo que la juventud no necesariamente tendría que encarnar al sujeto politizado y creo que ser joven está sobrevalorado.

También creo que la producción artístico-político-espiritual, actualmente, está condicionada por el poder de lo transparente y lo visible. Me refiero específicamente a las exigencias públicas de un deber ser artístico. Se terciariza la radicalidad, es decir, ante la precariedad política, estatal y económica hay una exigencia de hacer públicas acciones políticas continuamente justificadas desde un quehacer artístico. Lo que me ronda es más desde un ejercicio detectivesco, el porqué de la ansiedad militante entre nosotrxs. Al parecer el otro imaginado nunca será lo suficientemente radical. A partir de la precariedad económica, muchas veces me encuentro sin herramientas para poder visibilizar convicciones, posturas o acciones políticas. Y eso no debería significar que no están sucediendo en la intimidad de los espacios quehaceres artísticos que en su mayoría se sostienen sin salario y por afectividad.

No quiero que esto se malentienda como una negativa a esta invitación, todo lo contrario: escribir este texto ha sido un ejercicio de pensamiento que me hace pensar en la sensación de insuficiencia al intentar hacer una lectura del presente. No sé si la lectura del presente pueda ser entendida ahora, en “el presente”, o la entenderemos en el futuro o por algún fantasma del pasado habitante de La Panadería o a través de los orejas-talismán de Yoshua Okón las frotaremos y luego exclamaremos “¡Ah, claro, esto es un espacio independiente, al fin!”. Me da la sensación de que la promesa de la lectura del presente no existe, o al menos a mí no se me ha aparecido todavía. Para mí, poseer una lectura tiene que ver con poseer una certeza. Y para mí las certezas son patriarcales. La condición femenina tiene una característica, acentuada en El Más Allá Mexicano, que es la característica de existir en la incertidumbre. La incertidumbre es revolucionaria porque es femenina.

Podría seguir con muchísimos argumentos pero yo vine a algo y es a ser una perrita autoritaria y nombrar qué es lo que más me gustó y lo que más odié de este año 2019. Y también cabe mencionar que hice mi tarea y leí los cuadernillos anteriores de estas conversaciones y casi nadie menciona casos específicos y entonces el delicioso ejercicio del chisme se vuelve teoría y yo vine a lo contrario.

Empezaré con esta lista, inspirada más en el TV Notas, y como recomendación del panel siento que La Tempestad podría inspirarse un poquito más en este formato y menos en la nostalgia por figuras como la del circunspecto Anton Ego de Ratatouille. Pienso en muchas cosas que me gustaron este año, tengo que confesar que será desde una mirada nepotista ya que no salgo mucho, consumo mucho Instagram y ya se me acabó el Fonca.

Ahí les va mi top 12 de lo mejor del año:

1. La avalancha del #MeToo. La pongo en primer lugar porque, aunque cercanos fueron acusados, creo que la conversación alrededor del género es la que actualmente, a mi parecer, permea la producción artística, las afectividades y el quehacer político. La transformación política y antimachista fuera de la justicia estatal nos atraviesa a todes y es absolutamente necesaria.

2. Obras de Arte Comentadas: es una de mis páginas de Instagram favoritas, es una plataforma que, creo, hace una investigación transgeneracional importantísima, actualizada diariamente, además de un análisis pertinente que está al alcance de todes y que descentraliza la visibilidad de las prácticas. Tal vez en esta cuenta es donde Óscar Benassini al fin podrá responderse ¿dónde está la crítica?

3. El ritual de iniciación al vampirismo cuir de Salón Silicón en La Tallera, en el marco de Insistir, insistir, insistir, exposición conjunta de Bárbara Foulkes y Abraham Cruzvillegas. Que vivan las Regina George más fabulosas del arte.

4. La existencia de Vivian Abenshushan y su taller para escritoras desobedientes.

5. El pesto de Mauro Giaconi de Obrera Centro vs. El Estado.

6. La exposición de Mauricio Muñoz en el Cecut de Tijuana, la primera exposición abiertamente cuir de aquel recinto.

7. La marcha feminista en agosto pasado, o la inauguración del nuevo muralismo a la mexicana: México feminicida, grafiti sobre piedra, medidas variables, 2019.

8. Eduardo Egea definiendo a mi generación como una generación sin talento. Perdónanos, Eduardo, nos vamos a esforzar para ti y para los lectores de Sanborn’s.

9. La exposición de José Luis Sánchez Rull en las SAPS.

10. El taller antimachista que actualmente se desarrolla en el espacio artístico Lugar De en Sinaloa, coordinado por Eduardo Ramos y Carolina Escoch, además de toda la labor artística y de gestión que lleva a cabo este espacio.

11. El Macho sentimental de Bárbara Sánchez Kane.

12. Que por investidura presidencial Gabriel Orozco se haya convertido en el mejor pintor mexicano en la mañanera.

Y en el top de lo peor del año:

1. El tercer encuentro del Fonca en noviembre próximo en Los Pinos.

2. Que probablemente no me vayan a volver a dar el Fonca después de este comentario. Esperemos que Jesusa no tenga acceso a internet.

3. Ai Weiwei contando hasta 43.

4. La iniciativa de Ley de Espacios Independientes, donde nos pretenden regular, en donde tendremos que portar una placa, convencer a los vecinos, dejar las noches bohemias y tener horario, todo sin salario. Según la ley, bajo esta iniciativa, al fin, seremos hermanos con la Pulquería Insurgentes.

5. Que después del #MeToo los baños del MUAC sigan siendo transparentes.

6. Que pasan tantas cosas, que es muy difícil darles seguimiento.

7. El homenaje al líder del culto La Luz del Mundo en Bellas Artes.

8. Que solo tengamos la mitad de las cenizas de José José.

9. Las políticas culturales de la 4T.

10. Que yo haya desconocido hasta hace unas horas que el director de este museo [Universitario del Chopo] personificó al inolvidable Pablito en la película La ira de Dios, junto a Rita Hayworth y Robert Mitchum.

Ni los sueños ni los años tienen conclusión, y quiero cerrar con esta pregunta: ¿va a haber una Casa de Toño en el Complejo Cultural Chapultepec?


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