16 de agosto de 2017

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24/04/2024

Diseño

Nomade Atelier

Diana Quintero Vallejo e Ismael Bachri, fundadores de Nomade Atelier, contestaron el cuestionario de la serie “Los rumbos del diseño”, que da cuenta del panorama de la disciplina en México.

Óscar Benassini | martes, 14 de noviembre de 2017

NOMADE ATELIER es un taller de diseño y producción exclusivo, conformado por un equipo de artesanos, arquitectos y artistas visuales, creado en 2012 por Diana Quintero Vallejo e Ismael Bachri. El estudio se dedica al diseño de ideas que toman forma con la fabricación de objetos y muebles a la medida para espacios habitacionales, públicos y comerciales, así como instalaciones artísticas, escenográficas y museísticas. El dúo creativo contestó el cuestionario de “Los rumbos del diseño”, una serie de entrevistas con expertos de la disciplina que da cuenta del panorama del diseño en México.

 

¿Consideras que el nivel de educación o la enseñanza de las distintas prácticas del diseño, en México, es más alto o más bajo que hace cinco años?

Definitivamente con esa ebullición del “nuevo diseño mexicano” se generaron en las distintas escuelas y universidades nuevos programas educativos con ánimos de generar más diseño, más diseñadores, más oferta académica en talleres y cursos, más, más y más. Sin embargo esto no significa que se ha generado una mejor calidad educativa en el rubro. Debemos tener cuidado al formar generaciones de creativos y diseñadores que no solamente sean excelentes usando herramientas y tecnología emulando lo que sucede al exterior con insumos nacionales o engañarlos haciéndoles creer que el campo es inmenso y fácil, que con sólo producir objetos constantemente y producir imaginería en redes, se mantendrán a flote de manera exitosa.

Sabemos que somos una sociedad expresiva e imaginativa per se, lo cual nos da ventaja en muchos sentidos, pero es imperativo ser más exigentes en materia educativa en todos los campos creativos para formar individuos reflexivos que  eleven continuamente el nivel en cuestión de cultura, calidad y honestidad en sus propuestas, eso les permitirá ser más críticos sobre su trabajo y la calidad del mismo.

¿Qué tan posible es, hoy, hablar de una industria de diseño mexicana?  (Una industria, por supuesto que tome en cuenta a las producciones y los creadores locales)

La industria como tal sigue siendo un gran espejismo que refleja el constante trabajo de los artesanos, los creativos, los despachos y los talleres de diseño, con pequeños destellos de éxito y constancia. La realidad es que casi todos, a excepción de los despachos y las marcas consolidadas, seguimos en una búsqueda constante de plataformas y apoyos para generar una industria real que permita el crecimiento y la ganancia para todos y, de esta forma, mantener la producción y a los productores trabajando constantemente en condiciones óptimas.

Mucho se habla del diseño mexicano en términos generales, sin embargo nadie habla de lo difícil que es formar un negocio real como diseñador mexicano; pocos talleres cuentan con las herramientas y los recursos humanos suficientes para mantener una producción sólida y en la mayoría de los casos la manufactura se genera a través de la contratación de talleres y artesanos externos a la marca. Eso es muy costoso y limita la posibilidad de formar stock y tener precios competitivos. Son muy pocos los nuevos proyectos que se mantienen a flote más de un par de años sin una inyección de capital de inversión.

El mexicano promedio que consume diseño sigue prefiriendo la marca internacional a la nacional, a pesar de que la nacional cuente con mejores materiales y hechura o con una propuesta más original o desarrollada. En nuestro caso hemos tenido mejor respuesta con clientes y distribuidores internacionales que valoran todo lo anterior y lo pagan sin titubear, lo cual nos permite seguir produciendo.

En México, el diseño industrial y textil profesional vive un complicado romance laboral y creativo con las tradiciones artesanales. Desde tu punto de vista, ¿cómo calificas la salud actual de esta relación? Los buenos y los malos momentos.

Es precisamente ese romanticismo lo que impulsó varias propuestas de rescate de técnicas y cualidades artesanales típicas de nuestro país a través del diseño contemporáneo, sin saber la complejidad que esto conlleva en el contexto mexicano.

La enorme riqueza de materiales naturales y enseñanzas ancestrales de nuestro país nos dio una gran ventaja en comparación con otros países ya reconocidos o con mucho bagaje en materia de diseño; materiales y técnicas que se consideraban exclusivamente artesanías locales o folklor tomaron nueva vida de la mano de creativos con propuestas mixtas de mucha calidad estética y material, sin embargo mantener las relaciones y la calidad del trabajo no es una tarea fácil.

Aunque apreciado de sobremanera en el extranjero y con los ojos del mundo puestos sobre dichas nuevas propuestas, al interior del país sigue habiendo una lucha por hacer comprender a productores, medios y consumidores del valor real que conlleva realizar trabajos de calidad extraordinaria y que resulte en un comercio justo para todos.

Sobre la noción de consumidor y artesanía: Por un lado todavía existe la costumbre del mexicano de querer todo barato, porque es local; la creencia de que sobran manos (dotadas) que deben regalar su trabajo para subsistir y subsistir pobres, pues es fácil encontrar alguien que lo haga más barato, lo cual es una falacia si lo que se busca es calidad. Aquí la palabra artesano o artesanía lleva consigo un estigma de baja calidad, se trata de una carga social y cultural muy arraigada en nuestra en México. La frase “compra local” a veces esconde condescendencia más que orgullo.

Sobre el artesano y el diseñador: Con este funcionamiento en mente, la dinámica de pagar bien a los productores y los artesanos por su trabajo es una de las metas de muchos diseñadores, sin embargo también descubrimos que el vicio de pensamiento va en ambas direcciones. El nuevo artesano (hijos, nietos y aprendices de maestros artesanos), acostumbrado a ser mal pagado y poco valorado, pierde el orgullo por su trabajo y anticipa la situación de “desventaja” ahorrando tiempo, energía y material en su trabajo, lo que resulta en un constante ir y venir de calidades, costos y tiempos. Lo anterior resulta en una falta de rigor y ganancias mutuas, en un agotamiento del romance, desgastado por el desorden bilateral de asuntos previamente mencionados, así como la falta de facturación, pago de impuestos, nómina, seguros de salud, etc.

Desde 2009, la industria editorial vive en crisis: las revistas de papel viven una vida precaria, en una economía frágil; mientras que las publicaciones digitales carecen de rigor periodístico y de reflexiones profundas. En el país, las revistas enfocadas en diseño son pocas; si bien nunca han abundado, entre 2012 y 2014 podíamos contar con un par de títulos más que hoy. ¿Podrías describir el panorama editorial ante el que estamos parados, para las revistas –impresas y digitales– mexicanas?

El panorama no es alentador ya que las revistas impresas de gran circulación son en su mayoría franquicias que pertenecen a grandes grupos (Expansión, Condé Nast, etc.) que básicamente reciclan contenidos internacionales y pocas veces generan o impulsan contenidos locales de calidad. Son poquísimas las editoriales que se interesan y dedican espacios de crítica real sobre las propuestas de diseño que abundan actualmente en México; casi todas se limitan a repetir una y otra vez el contenido de las páginas web y comunicados de prensa de los despachos, rara vez hay una entrevista o diálogo interesante.

Nadie avisa cuando te publican una nota o cuando usan las imágenes de tu trabajo. Recuerdo que la primera recomendación de amigos diseñadores con más trayectoria respecto a esto fué estar revisando mensualmente las publicaciones por si “de chiripa” aparecía tu trabajo o alguna mención en algún lugar. Esto entorpece una colaboración real que promueva el trabajo en ambos sentidos.

Curiosamente las plataformas digitales individuales o blogs de jóvenes estudiantes que quieren hablar realmente de lo que les gusta y lo que no son más propositivas, aunque, de igual manera, son mínimas las opiniones interesantes y al no tener gran alcance se quedan como pequeñas voces de autoreflexión. No es así en las plataformas y las publicaciones internacionales que sí se interesan en publicar lo hecho en México y constantemente están buscando las historias detrás de los talleres y los productores para acompañar las imágenes de sus diseños. Latinoamérica nos busca como un referente por la similitud de contextos, mientras que en Norteamérica nos buscan por costo/beneficio. Europa y Asia se muestra genuinamente interesado por nuestras propuestas, así que habrá –como siempre– que esperar el reconocimiento internacional, para que llegue el local.

¿Cuáles son las plataformas de exhibición y los escaparates de venta con las que cuentan los productores y los consumidores de diseño en México?, ¿seguimos concentrados en circuitos locales? ¿Se ha conseguido ensanchar la entrada a los circuitos internacionales o extranjeros?

Es verdad que existen diferentes plataformas de venta y difusión del diseño en México, sin embargo seguimos instalados en nuestra costumbre de acceder a ellas a través de contactos y amiguismos, lo que nos condena a quedarnos en nuestro propio circuito, el conocido, el amigo, el local. El panorama está aún muy centralizado. Lo que sucede en provincia, organizado por universidades y proyectos privados se queda ahí, a menos que se presenten en las ferias y los bazares de la Ciudad de México. No hay comunicación ni organización nacional fuera de agentes personales o representantes de otros estados. Hay muy poca investigación sobre lo que sucede fuera del extinto DF.

Mundialmente el boom de las ferias y bazares se ha incrementado de manera espectacular. Constantemente recibimos invitaciones para participar en Europa, Asia y América, sin embargo la inversión es altísima y ese modelo se empieza a repetir en las ferias locales, tras observar el éxito que éstas han tenido para quien las organiza. Todos tenemos que ganar, pero año tras año la inversión para participar en ferias locales y bazares cool se incrementa sin razón y los espacios de exhibición disminuyen, esta situación los organizadores la justifican con el gran éxito de la feria o la gran demanda de nuevos diseñadores. Sin embargo es un modelo que creemos está a punto de terminar si la calidad de trato e intercambio entre organizadores y expositores no cambia. Siempre habrá quién pueda pagar el espacio, pero también la calidad de los eventos y de las curadurías muestran un claro detrimento. La mayoría de las veces la inversión no es recuperada en venta, excepto en algunas mercancías que son perfectas para los consumidores domingueros que pasean por los pasillos, viendo sin ver. Siempre se promete promoción y presencia en medios reconocidos, pero esto no se traduce en ventas.

Otro tema son los puntos de venta: tiendas, pop ups y galerías de diseño que se han manejado con el sistema a consignación, aniquilando la cadena de producción y ganancia, pidiendo cuotas del 40% sobre venta. En nuestra experiencia en el extranjero, México es de los pocos países que insisten en manejarse así. Nosotros decidimos no contribuir con esto y retiramos toda posibilidad de manejar nuestro trabajo de esta manera. Es un modelo asesino de proyectos, pues los diseñadores invierten en recursos humanos, materiales, producción, etc., depositando la confianza en el punto de venta a quién no le ha costado nada tener el objeto a venta exigiendo comisiones altísimas; así pueden pasar meses sin que la mercancía se mueva, siendo siempre culpa del diseño o del diseñador que no es suficientemente bueno para poder vender. Lamentablemente para quien desea tener un comercio justo en todas direcciones, esto significa no vender en México y tener dealers y puntos de venta en el extranjero como es nuestro caso, o hacer tratos con interioristas y arquitectos que desarrollan proyectos en nuestro país sin pedir descuentos de más del 30% para poder trabajar con ellos.

Hace unos años el diseño joven, o emergente, se caracterizó por su inclinación hacia las prácticas sociales, el diálogo y los eventos públicos y la asimilación de un idioma diseñístico global. Hoy, ¿cómo describirías al diseño joven?

Esta es la mejor parte de lo que sucede en México en la escena creativa, pues día a día surgen nuevos proyectos jóvenes con ideas increíbles y objetos de mucha calidad. Para ellos es necesario la creación de espacios abiertos y gratuitos de reflexión y acción, impulsar la apropiación, la utilización y el re-diseño del espacio público. También son importantes las pláticas y los encuentros entre estudiantes y sus contemporáneos, que ya cuentan con experiencia: la asimilación del idioma global puede aniquilar nuevas ideas y creaciones, con la inclinación a replicar o de plano copiar lo que sucede fuera, creyendo que no estamos a la altura de ello, aunque en realidad estamos liderando en muchos sentidos.

El diseño joven viene con todo, pero necesitan guía y asentarse en la realidad, para exigir cambios en los sistemas obsoletos y abusivos con los que hemos trabajado, para rediseñar el país desde las plataformas creativas, activas y permanentes. Tenemos todo lo bueno en materia y bagaje, sólo les debemos honestidad para generar cambio.

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