16 de agosto de 2017

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09/05/2024

Artes visuales

Néstor Jiménez: la fuerza de lo frágil

Una visita al estudio del artista mexicano durante la preparación de ‘Vieja disciplina’, el mural que presentará en la Bienal de Lyon

María Olivera | miércoles, 29 de junio de 2022

Néstor Jiménez retratado por Emiliano Jiménez Pardo

Crear valores”, reflexiona César Aira en el ensayo Sobre el arte contemporáneo (2010), “es intervenir en la historia personal del espectador”. “Crearle un gusto, darle una nueva mirada…”, añade. Cuando Néstor Jiménez (Ciudad de México, 1988) comenzó a idear Vieja disciplina. Una revolución es un perro con rabia pero los perros rabiosos viven poco para su participación en la 16° Bienal de Lyon, se ubicó como un artista dispuesto a escuchar y contar las historias de otros. El arte como plataforma para reflexionar, por ejemplo, sobre el trabajo y la dignidad, tópicos que acompañan muchas de sus series. Visitamos su estudio con motivo de la producción de ese mural de seis metros de longitud.

A lo largo de muchos años nos hemos asumido parte de un engranaje social con funciones específicas en el ámbito laboral, que determinan en buena medida nuestra vida. La mayor parte de las responsabilidades giran en torno al trabajo, y cuando nos enfrentamos al desempleo, a la jubilación o simplemente a momentos de tiempo libre se tiene la sensación de que la identidad se disuelve. ¿Cómo nos posicionamos y reconocemos frente a la posibilidad del desempleo?, ¿cómo cambia nuestra percepción del mundo cuando estamos en esta situación?

Néstor Jiménez

Vista del estudio de Néstor Jiménez. © Emiliano Jiménez Pardo

Identidad sin trabajo

Néstor Jiménez aprovecha la plataforma del arte para dialogar con el testimonio de algunas personas que, hoy, no determinan su identidad a partir del trabajo: “La idea de origen de la pieza fue una convocatoria a través de Facebook, donde convoqué a personas de entre 50 y 60 años que estuvieran en el desempleo desde hace más de dos años. Recibí muchísimas respuestas y me di cuenta de que todos conocemos a alguien en esta situación. Planeé una semana laboral, de lunes a sábado, y cada día entrevisté a una persona distinta”.

“La idea de origen de la pieza fue una convocatoria a través de Facebook, donde convoqué a personas de entre 50 y 60 años que estuvieran en el desempleo desde hace más de dos años.”  

El estudio de Jiménez se convirtió en una suerte de teatro donde cada uno de los entrevistados recreó su antiguo trabajo, donde platicaron con el artista sobre su situación actual. A la par de las charlas, que fueron grabadas y serán parte de la presentación en Lyon, Jiménez creó una serie de bocetos en los que capturó los gestos más significativos de las personas, entre las que había una estilista, una trabajadora del seguro social, un periodista, una pintora, un ex guardia de seguridad y un diseñador de cocinas integrales. Cada uno compartió su historia y se sumó al juego de representación y recreación. El guardia de seguridad, por ejemplo, hizo una breve demostración de cómo cuidaría a un objetivo en caso de amenaza; el resultado: una silla rota. Por su parte, la estilista compartió que ya no puede trabajar porque sufre de un problema nervioso que le impide manipular las tijeras, a menos que se sienta en un lugar seguro y sin distracciones: el estudio se volvió ese espacio y logró cortarle el pelo al padre del artista.

Néstor Jiménez

Néstor Jiménez mostrando un boceto. © Emiliano Jiménez Pardo

Entre los gestos más característicos de los empleos anteriores de estos “modelos” destacan las manos, elementos que el artista trasladó a los bocetos: su importancia radica en que recuperan la memoria muscular de las personas, que sin duda se inscriben en la idea de ser haciendo. Se creó además un doble ejercicio de visualización, pues en el registro de las entrevistas aparecen las personas entrevistadas y el artista trabajando, lo que remite a un gran tema de la pintura europea.

Después de las sesiones de dibujo durante las entrevistas surgieron cinco bocetos donde, a manera de síntesis, el pintor recuperó los gestos y los elementos más importantes. Comenzó, así, a construir el mural. Dado que la pieza realizará un largo viaje al otro lado del Atlántico, el artista tuvo que idearla en paneles modulares que facilitaran su transportación, pues está compuesta con materiales relacionados con la construcción (concreto, pigmentos) que no permiten enrollar el lienzo.

En la estela muralista

Con el tiempo Jiménez se ha vuelto más preciso en términos de composición. Dado que el estudio no tiene demasiada altura, fue necesario volver a la vieja escuela y cuadricular la superficie para trasladar el boceto a la obra final con cierto control. “La cuadrícula me da la sensación de estar trabajando con la verdad, porque no puedo ver la pieza como va a ser debido al espacio de trabajo”. Del mural destacan varios elementos: por un lado, los tonos grisáceos que hacen referencia a una ciudad bañada en concreto y al sentimiento de desolación; por otro, se reconoce una estética en la estela de la escuela muralista mexicana: Siqueiros es uno de los referentes que el artista revisó a conciencia durante el proceso de creación.

Dado que el estudio no tiene demasiada altura, fue necesario volver a la vieja escuela y cuadricular la superficie para trasladar el boceto a la obra final con cierto control.  

Los materiales con los que están hechos tanto los bocetos como el mural tienen una carga simbólica. El carboncillo de los dibujos se vincula al trabajo físico e involucra el cuerpo: quien trabaja con él difícilmente podrá mantener su ropa intacta. Uno de los pigmentos, llamado negro de hueso, proviene de quemar huesos de res, animal históricamente relacionado con el trabajo hasta el último momento; aparece en el mural como un negro profundo y mate que dialoga con las tonalidades grises del concreto.

Néstor Jiménez

Néstor Jiménez retratado por Emiliano Jiménez Pardo

“Me interesó encontrar materiales históricamente relacionados con el trabajo y con la permanencia, como la piedra. Las personas entrevistadas manifestaron el sentimiento de volverse inertes, como un pedazo de concreto más que se suma a la ciudad. Un sentido claramente urbano. En las entrevistas reconocí que el trabajo implica falta de reflexión, porque no hay tiempo para cuestionar las formas de opresión que se ejercen. Cuando se deja de hacer, cuando llega el desempleo, viene la reflexión y es algo muy doloroso para la gente, porque es nuevo”. Alienados, nos separamos de los intereses personales: no sabemos qué nos gusta ni quiénes somos fuera del ámbito laboral. ¿Cómo sobrevivir, entonces, a la ruptura con el mundo de la producción capitalista?

Fuerza y permanencia

Para contextualizar la pieza de la Bienal de Lyon, pregunté a Jiménez a quién cree que habla su pintura. “Me llamó mucho la atención el Manifiesto de la fragilidad –tema de la Bienal–, porque sé que es una manera de hablar de los tiempos que vivimos. Es una exposición postpandémica y, aunque se aborde desde distintas perspectivas, como el consumo y la producción, la mortandad y la tragedia están presentes. Como latinoamericano, mi visión está marcada por las fallas de los experimentos sistémicos. La fragilidad está latente pero quería hacer una obra que visualmente no estuviera relacionada con la inferioridad”. Llama la atención la respuesta, porque en el mural se reconocen la fuerza y la permanencia de los gestos, la monumentalidad que sostiene un discurso de la resistencia.

Como latinoamericano, mi visión está marcada por las fallas de los experimentos sistémicos. La fragilidad está latente pero quería hacer una obra que visualmente no estuviera relacionada con la inferioridad.  

“Hablo como artista latinoamericano, lo que en algún momento fue una postura poco común ante la idea del artista global. El período postpandémico ha traído de regreso a las identidades nacionales. Nuevos nacionalismos, nuevos fascismos. La globalización los había desdibujado, pero se agudizaron las problemáticas coloniales y nos dimos cuenta de que vivimos en un globo donde no todos valemos lo mismo. Hay inconformidad, pero eso no significa que vamos a quedarnos parados, esperando a ver qué sucede”, remata Néstor Jiménez.

© Emiliano Jiménez Pardo

Para volver a la reflexión de Aira del inicio, Vieja disciplina invita a reconocer que, aunque la pintura puede ser una práctica solitaria, crea valores únicos al ser portavoz de historias. Incluso remite a la función histórica del mural que se puede leer, que está más allá de la impresión estética inmediata. En esta pieza hay historias, y queremos escucharlas.

La 16° edición de la Bienal de Lyon tendrá lugar del 14 de septiembre al 31 de diciembre de 2022 en la ciudad francesa, con la curaduría de Sam Bardaouil y Till Fellrath.

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