16 de agosto de 2017

La Tempestad

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28/04/2024

Redaccion

Música latinoamericana, otra vez

Guillermo García Pérez | miércoles, 26 de agosto de 2015

Hace un año, en el número 98 de La Tempestad, dedicamos nuestro tema de portada a la música popular latinoamericana, con el título “Un continente musical”. Además de entrevistas con Tom Zé, Liliana Herrero y Rita Indiana, incluimos una lista de diez canciones que podían sintetizar el espíritu del continente, una docena de portadas que intentaban mostrar algunos puntos altos de su heterogénea –y francamente poco notable– estética gráfica, así como una lista de más de cien álbumes (de los años cincuenta a la actualidad) que, más que pretender establecer un canon, da cuenta de la vastísima producción de la región, como una forma de reivindicarla frente a la brutal fuerza de la industria anglosajona y, asimismo, engarzarla con las tensiones sociopolíticas de nuestra historia reciente. Queríamos demostrar que ese gran cúmulo de canciones podía generar y proveernos de territorios efectivos (y afectivos) de realidades distintas.

 

«Aunque los afanes multiculturalistas», decía la introducción del dossier, «se empeñen en fijarlas en folclor, aunque el mercado privilegie las expresiones rutinarias y las fórmulas manidas, el continente no ha cesado de albergar algunas de las músicas más notables del último medio siglo». Aquel número ha cambiado la propia dinámica editorial de la revista: ya no hay pretexto para no estar al tanto de la producción musical latinoamericana. Felizmente, y a pesar de que la lista de álbumes provino de una rigurosa investigación, seguimos descubriendo y redescubriendo autores y músicos en abundancia: como era de esperarse, la lista era provisional, apenas un punto de partida. Aquí, tres álbumes que pudieron estar pero a los que llegamos a destiempo (seguiremos alimentando, cada tanto, esta lista como una especie de archivo abierto).

 

Alucinação (1976), el cuarto y tal vez más destacado álbum del enigmático compositor brasileño Belchior. Su tema inicial, “Apenas um rapaz latinoamericano”, es entrañable y perfectamente coherente con el espíritu del número.

 

La carrera de Enrique Delgado Montes al frente de Los Destellos comienza a ser revalorada a partir del renovado interés en la cumbia peruana. Su disco Constelación (1971) los muestra en plena fusión psicodélica.

 

En apenas tres años, el uruguayo Jaime Roos publicó álbumes tan sobresalientes como Siempre son las 4 (1982), Mediocampo (1984) y Brindis por Pierrot (1985). El candombe y la murga uruguayos, encontrados con el rock, alcanzando cotas insospechadas.

 

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