16 de agosto de 2017

La Tempestad

También las artes cambian al mundo

03/05/2024

Arquitectura

40 años, 40 voces

Los arquitectos Pedro Ceñal, Roberto Michelsen y Adrián Ramírez continúan esta serie de perfiles, concebida como un mosaico que aspira a expresar la diversidad sexual-creativa mexicana, a cuatro décadas de la primera Marcha del Orgullo LGBT +

ALFREDO NARVÁEZ Y RICARDO VELMOR | miércoles, 7 de noviembre de 2018

Pedro Ceñal Murga, Roberto Michelsen Engell y Adrián Ramírez Siller © Ricardo Velmor

A cuatro décadas de la primera Marcha del Orgullo LGBT +, presentamos esta reunión de testimonios, realizada en colaboración con Anal Magazine. Esta serie, que inició en La Tempestad 135 (junio de 2018), ofrece un mosaico que aspira a expresar la diversidad sexual-creativa mexicana. El conjunto de textos, que consta de cuarenta voces, agrupa no sólo a artistas y diseñadores, sino también gestores culturales, curadores, editores y personas del mundo de las ideas. La serie continúa con Pedro Ceñal Murga, Roberto Michelsen Engell y Adrián Ramírez Siller, que este año ganaron el concurso del pabellón Kiosko de Alumnos 47.

 

¿Cómo empezó su proceso creativo en conjunto?

Roberto: La colaboración entre los tres se dio a raíz de la convocatoria de Alumnos 47 para el pabellón Kiosko. La arquitectura es una lucha día a día para que las ideas se materialicen, muchas veces éstas se quedan solo en proyectos.

Pedro: Nos conocimos estudiando arquitectura en la UNAM. Cada quien está en plataformas distintas, eso es algo que ha enriquecido nuestro proyecto. Me gusta mucho la teoría y la investigación, la parte conceptual.

Adrián: En un primer momento pensé estudiar ingeniería, pero me decidí por la arquitectura ya que me interesan los espacios y las emociones que éstos generan. Me he especializado más en la parte técnica y en cómo lograr que lo creativo sea factible.

¿Su preferencia sexual tiene relación con su creatividad?

Pedro: Creo que sí, es decir, mi preferencia, mi forma de expresar mi sexualidad y de vivirla han alimentado el tipo de acercamiento estético que tengo con el mundo, es parte de una epistemología. No creo que sean dos condiciones independientes, aunque su relación no es evidente. Siempre me ha interesado lo disidente, lo que está fuera del margen. Crecer siendo alguien que forma parte de la comunidad LGBT+ te da una sensibilidad de querer explorar más allá. Aunque para muchos es una carga, porque es un proceso, para mí es algo que me enorgullece, es algo me ha llevado a opinar y a actuar frente al mundo.

Adrián: Estoy de acuerdo, es algo que no se separa, se refleja en la sensibilidad y en la necesidad de expresión. Más que algo que me perjudique, es una condición que me ha ayudado en mi proceso creativo.

Roberto: Más allá de la preferencia sexual, creo que importa la apertura: con quien convives, a quien dejas entrar al espacio íntimo, con quien rompes las fronteras y te expones. De los tres soy el que no pertenece a la comunidad LGBT+ en sí, pero estoy totalmente en relación a ella. Creo que eso enriquece mi trabajo y mi vida en general. Yo no sería la misma persona sin la gente que me ha construido.

¿Su práctica se vincula con movimientos sociales?

Pedro: Creo que la arquitectura es un agente político. Es una herramienta que define muchas dinámicas en las que están circunscritos muchos movimientos sociales. La arquitectura en sí se ha vuelto una herramienta de control, de violencia, pero puede ser lo contrario. Ha sido lo contrario. Los arquitectos tenemos una responsabilidad en ese sentido.

Adrián: Sí, la arquitectura nunca se puede separar de los movimientos sociales y políticos. Nuestro proyecto para el pabellón Kiosko, que es público, está abierto e invita a la gente a subirse en él y habitarlo.

Roberto: La arquitectura, como dice una definición de enciclopedia, tiene que ver con un factor de dictadura e imposición del arquitecto. Pero hay otro camino, la arquitectura que considera al ser humano y al entorno, creo que eso es un acto revolucionario y contracultural. Es ir fuera del margen. Es algo que no sucede muy seguido. Como arquitecto hay que saber elegir con qué clientes trabajas. Eso es algo que no se enseña en la escuela, hay que ser muy sensible. Estoy muy contento de trabajar con Pedro y Adrián, porque estoy seguro de que no tomaríamos cualquier camino sin conocer las consecuencias.

¿Qué futuros ven para la arquitectura, el diseño, el arte?

Roberto: Es curioso, Kiosko termina mañana. Estamos viviendo un momento de mucha incertidumbre en lo político y lo social. La gente está esperando saber qué sucederá los próximos meses. Todo esto tiene repercusiones en la arquitectura y en el arte: becas, financiamiento, construcciones, etc. Lo que no debe detenerse son los impulsos personales. En ese sentido creo que hay un futuro prometedor en nuestra profesión.

Pedro: No soy tan optimista acerca del presente en torno a la arquitectura. Hace algunos años los arquitectos tenían un rol más activo en los problemas sociales o políticos, eran agentes, buenos o malos, pero participaban en un radio más allá de su propia profesión. Creo que hoy la arquitectura está muy ensimismada. Algo bueno de nuestra época es que se ha puesto en crisis el concepto de arte. No sabemos qué sigue, pero esa incertidumbre es atractiva y emocionante.

Adrián: Algo bueno de esta incertidumbre es la apertura, la llegada de nuevos actores. Aquí se nota el rol de Alumnos 47, que está creando espacios culturales públicos fuera de cierto círculo que suele definir lo que es y lo que no es arquitectura.

¿Qué futuros ven para la comunidad LGBT?

Adrián: Creo que aunque se aumenten letras al colectivo, cada vez importa menos como te identifiques, lo que cuenta es lo que haces.

Pedro: La Marcha del Orgullo fue hace poco. Salvo algunas situaciones me siento optimista. Creo que muchas de las cosas que he visto este mes no las hubiera visto hace 15 años. No es un pasado tan lejano. Tenemos elecciones pronto, el tema de los derechos LGBT+ se ha hablado mucho. No fue así en el pasado. Sí, mucha gente sigue gritando “puto” en los partidos. Es un tema que ha movido a mucha gente, incluso alguna que no es de la comunidad, pero que la acompaña, que es solidaria con nosotros. Aunque no ha llegado a México, cada vez hay más baños unisex en todo el mundo. Como arquitectos eso nos importa.

Roberto: Tenemos que rescatar los principios de la arquitectura pública. Ahí está el camino.

¿Qué recomiendan a la juventud?

Roberto: Que se conozcan a sí mismos. Creo que ni siquiera yo me conozco totalmente. En los espacios públicos encontramos muchas respuestas. Para mí el espacio escultórico de la UNAM es clave. Sin tener una denominación religiosa, tiene una carga espiritual fuerte.

Adrián: Todas las calles del Centro Histórico de la Ciudad de México, porque la ciudad las ha ido recuperando.

Pedro: Los barrios que no están en el foco. Se acumulan capas de diversidad en esta ciudad. Mucho se conoce caminando. Las colonias Tabacalera, Santa María la Ribera, Guerrero son joyas de la ciudad. Recomendaría buscar arquitectura en otros lenguajes, en textos, en poemas, en películas, en fotografía. Tratar de leer otros lenguajes.

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