01/05/2025
Artes visuales
Los caleidoscopios de Kader Attia
La muestra ‘Un descenso al Paraíso’ (MUAC) permite acercarse a la riqueza intelectual y sensorial de la obra del artista francoargelino
Vista de ‘Un descenso al Paraíso’, Museo Universitario Arte Contemporáneo, Ciudad de México, 2025. Fotografía: Oliver Santana
Entre las obras contemporáneas que surgen de la intersección entre arte, historia y política, la de Kader Attia (Dugny, 1970) abre sendas significativas que el espectador recorre intelectual y sensorialmente. Nacido en las afueras de París, hijo de inmigrantes argelinos, ha vivido lo mismo en países africanos que sudamericanos, y hoy se mueve entre Berlín y la capital francesa. De ahí que su trabajo tenga un enfoque multicultural e interdisciplinario al mismo tiempo.
“Como los espejos y máscaras que ha fabricado desde hace más de una década, la obra de Kader Attia es un proyecto caleidoscópico. Ofrece al espectador, aquí y ahora, y en el tiempo futuro, una serie de imágenes y conceptos facetados, y un flujo de ideas diversas y cambiantes acerca de la vida y el pensamiento en la modernidad postcolonial”, escribe Cuauhtémoc Medina, curador de Un descenso al Paraíso, la exposición que el artista francoargelino presenta en el Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC) de la Ciudad de México desde el pasado 8 de febrero.
Son muchas las dimensiones en las que transitan la obras expuestas, y acaso eso explique la diversidad conceptual y formal que uno encuentra en la Sala 9 del MUAC. “Como artista, es particularmente importante no caer en la trampa del esencialismo cuando se trata de crítica anticolonial. Una de las preguntas cruciales que un artista debe hacerse es: ¿por qué traer una nueva obra de arte al mundo, al océano de la industria cultural de exposiciones y bienales en la que estamos hoy día?”, reflexiona Attia. Cada pieza de Un descenso al Paraíso tiene, en ese sentido, peso propio: detona procesos diferenciados de pensamiento al tiempo que implica fisicamente al espectador.

Kader Attia durante la instalación de Continuo de reparación: La luz de la escalera de Jacob (2013) en el Museo Universitario Arte Contemporáneo, Ciudad de México, 2025. Fotografía: Barry Domínguez
El visitante es recibido con la instalación Continuo de reparación: La luz de la escalera de Jacob (2013). Aunque el espacio que crea remite al lector latinoamericano a “La biblioteca de Babel” de Borges, con la infinitud creada por el espejo que corona la pieza, la ciudadela de libros de Kader Attia escenifica el exceso de información que acecha a Occidente, mientras alude al Génesis bíblico y a hallazgos científicos, atravesando saberes y emborronando las nociones de ascenso y descenso tal como se han transmitido en la tradición cristiana.
La reparación es una idea nuclear de la exposición. Leamos lo dicho por el propio artista en una entrevista: “Siempre he estado fascinado por el concepto de reparación, por la idea de que los humanos están en una aventura extraordinaria, pero llena de lesiones. Esas heridas deben ser reparadas. ¿Cómo? […] Tal como lo veo, las artes tienen una habilidad increíble para cambiar el mundo y sus sistemas desde adentro, a través de un proceso de lento movimiento”. Se entiende, así, que esta exploración de lo postcolonial, esta problematización de nociones modernizadoras, se exprese en Attia de formas originales, ajenas a la mera denuncia y, por el contrario, plenas de energías que apuntan en muchas direcciones.
Las máscaras de espejo (un elemento constante en la obra del artista) aparecen cada tanto en la sala marcando el ritmo secreto de Un descenso al Paraíso. La serie Espejos y máscaras (2024) es emblemática en el trabajo de Attia, en tanto combina chamanismo africano, cubismo europeo e, incluso, vida nocturna, simbolizada por las bolas de discoteca. La máscara kanaga es recubierta de superficies reflejantes que devuelven el rostro facetado del espectador, a la manera de un retrato picassiano, recordándonos las fuentes del arte moderno europeo.

Kader Attia, de la serie Espejos y máscaras (2024). Cortesía del artista
La exposición depara al visitante experiencias poderosas, y entre ellas destaca la que ofrece la instalación Sin título (Palos de lluvia) (2024). Es un trabajo a la vez plástico y sonoro, donde 21 bases de metal dotadas de motores hacen girar el mismo número de instrumentos amazónicos. Se produce un pequeño concierto que otorga densidad al tiempo, produciendo en el escucha-observador evocaciones diversas que, por un instante, lo arrancan del cubo blanco y lo colocan en otro lugar.
Ante el destierro, la opresión y la violencia sufridos por las culturas y los individuos sujetos a la colonización y la modernización, Kader Attia hace de la reparación un concepto histórico y artístico que, sin evadir el trauma, permite construir nuevos fenómenos culturales. “En el siglo XX, en el mundo moderno y occidental, cuando un objeto se rompe uno debe repararlo, removiendo lo más posible todo signo de daño, hasta devolver al objeto su estatuto original. […] Es lo que llamo un mito, porque nunca regresamos al original […] Es la denegación del daño; la denegación del tiempo, de la historia. Es también la fantasía de controlar el Universo tanto como podamos. El objeto tradicional, reparado de modo aproximado […] tenía una vida, y todavía está vivo, y tiene una historia, y vive con esa arruga, si me permites decirlo así”, explicó en una entrevista con Rachel Kent.
Con su nutrida selección de instalaciones, esculturas y videos, Un descenso al Paraíso puede visitarse en el MUAC hasta el 4 de julio.

Kader Attia, Sin título (Palos de lluvia) (2024), Museo Universitario Arte Contemporáneo, Ciudad de México, 2025. Fotografía: Oliver Santana