16 de agosto de 2017

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Literatura

Un demonio en miniatura

Juan Cárdenas recupera la figura alegórica del diablo en ‘El diablo de las provincias’. Aquí, una charla con el autor colombiano.

Guillermo Núñez Jáuregui | jueves, 2 de noviembre de 2017

El método

En El diablo de las provincias, su novela más reciente, el escritor colombiano Juan Cárdenas nos presenta a un protagonista envuelto en una especie de bruma: no conocemos su nombre pero sabemos que regresa, después de varios años, a su pueblo natal. El lector lo conocerá por el nombre de su profesión (o mejor dicho, por la formación que lo obliga a ver su entorno de cierta manera): es un biólogo. ¿Por qué decidió Cárdenas narrar desde el punto de vista de esta ciencia? “La biología siempre ha sido una de mis obsesiones”, nos explica. “En general las ciencias pero la biología particularmente. Fue mucho tiempo después que fui entendiendo por qué tenía esa afición, o al menos hice un relato relacionado con algo peculiar de la biología: su método heurístico”. En efecto, el objeto de estudio de la biología (a diferencia de las ciencias exactas como la matemática o ciertos aspectos de la física) es mucho más difícil de asir y exige metodologías singulares. “Ciertamente la genética cambió los estudios para bien”, apunta Cárdenas, “pero no quita que fue una ciencia que todo el tiempo está trabajando con indicios y fragmentos”.

Aunque hay algunos elementos temáticos donde se subraya la formación del biólogo (que, con todo, sigue siendo una persona común) sería más preciso decir que aquellos aspectos metodológicos fueron traducidos en El diablo de las provincias (que publica Periférica) en la forma rota o fragmentaria del relato. Después de todo, esta novela breve se subtitula “Fábula en miniaturas”, a propósito de las múltiples escenas que compila. Si un biólogo se enfrenta a “trozos de realidad aparentemente inconexos”, de la misma forma el lector de esta novela debe buscar una trama, un tejido, a partir de hebras. “Es muy similar a la manera en que uno piensa en los relatos”, concede Cárdenas, pero también “a cómo funcionan los contextos sociales”.

Así, en El diablo de las provincias, el biólogo regresa a un lugar siniestro: su pueblo natal aún le resulta reconocible pero nuevas fuerzas -en las que está implicado vagamente- operan, a veces de manera encontrada; se dan indicios velados de narcotráfico pero también de otras violencias, posiblemente vinculadas a una especie de industria beata. “Se da la paradoja de que regresa a lo familiar pero resulta ser un espacio desconocido”, explica Cárdenas. “Lo único que puede hacer es tratar de reconstruir el tejido a partir de pequeños síntomas”.

 

La forma

Como narrador Cárdenas ha puesto su atención en un género singular. Excepto por Carreras delictivas (2008), su libro de relatos, la mayor parte de su obra se ha decantado por la novela breve. En el caso de su nuevo libro, además, se trata de una conformada por viñetas. “Todo ese juego de las miniaturas opera en varios niveles. Por un lado está esa tradición de la historia del arte que tiene que ver con la miniatura y hacerlo todo en espacios muy pequeños. Si uno visita museos colombianos actualmente descubrirá que están llenos de cosas muy pequeñas, de géneros que podríamos llamar menores. En el Museo del Oro de Bogotá, por ejemplo, hay piezas de orfebrería espectaculares pero las obras maestras de ese museo se encuentran en las piezas pequeñas, con un nivel de detalle asombroso. Y uno descubre lo mismo en los museos que tienen piezas del periodo colonial o del periodo republicano. No hay grandes obras sino que todo es en pequeño. Encuentro esa repetición como algo muy curioso. Por otro lado, recuerdo el texto que le dedica Deleuze a la novela corta en Mil mesetas. Menciona que funciona de manera distinta a como lo hacen la novela y el relato. La distancia determina la forma y el modo en que aparecen las fuerzas: hay una idea allí que tiene que ver con el vaivén entre la atención y la distracción. En un cuento hay mucha más concentración y por lo mismo no puedes despistar demasiado. Una cosa no puede tener demasiadas refracciones de sentido en un cuento. En la novela hay una voluntad para que esas refracciones se transformen en un hilo discursivo. Pero en la novela corta no se es enfático ni se da ese hilo discursivo, más bien se crea un espacio propicio para lo alegórico. Pero lo alegórico no en su sentido pobre, donde algo representa otra cosa, sencillamente. Al contrario: la alegoría como algo que rompe sentidos. Ese choque entre imagen y concepto refracta haces de luz que permiten sugerir y no explicar”.

 

La figura alegórica: el diablo

Como en Los estratos (2013) también en El diablo de las provincias se perciben sedimentos o capas de sentido yuxtapuestos a lo largo de la narración. “En general concibo los textos así, como si tuvieran capas de sedimentos que son, al mismo tiempo, la posibilidad de sugerir en el texto –en su apariencia– que hay una simultaneidad de tiempos, fuerzas y energías que circulan. Además de la ciencia hay un intento de mostrar su trasfondo teológico y político y cómo eso genera una oposición artificial con todos los aspectos de la fe y la religión, que también son modos de conocimiento. El libro busca generar una estructura capaz de reflejar esas tensiones”.

Dado que estas son las fuerzas en tensión, tal vez no deba sorprendernos que la figura del demonio (que también estuvo presente, a través de una leyenda provinciana, en Los estratos) vuelva, aunque de manera sugerida, en esta nueva novela corta. “El diablo es una figura peculiar que tiene que ver con la unión de las fuerzas donde lo religioso, lo político y lo científico empiezan a gravitar o a encontrar nexos”, señala Cárdenas. “Si uno piensa en el mito de Fausto es el diablo quien trae el conocimiento y el dominio sobre ese conocimiento, pero también la perdición. Es un constructo demasiado complejo. En las culturas negras de toda América, especialmente en el Caribe, el diablo en cierto modo es una potencia que le permite al subalterno permitirle obtener cierto poder que se le ha negado socialmente. Así, se le permite acceder a ciertas capacidades, pero al mismo tiempo es una fuente de traición. Todo lo que el negro pobre gana se vuelve en su contra. Es una figura recurrente en mis novelas porque es el gran sedimento de sentido”.

El diablo de las provincias de Juan Cárdenas se presenta en la Ciudad de México esta noche, en el Centro Horizontal.

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