16 de agosto de 2017

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04/05/2024

Artes visuales

Un gesto universal

“Algo tan particular como una botella de plástico se puede convertir en algo global como la contaminación de los océanos”, dice Hugo Martínez-Tormo, que a partir del 5 de febrero expondrá en el Centro Cultural de España; el valenciano cavila sobre el medio ambiente

Carlos Rodríguez | lunes, 21 de enero de 2019

“Algo tan particular como una botella de plástico se puede convertir en algo global como la contaminación de los océanos”, dice el artista Hugo Martínez-Tormo (Valencia, 1979), cuyo trabajo reflexiona sobre la contaminación ambiental. La deriva de un gesto post-romántico, nombre de la muestra del creador español que abrirá el 5 de febrero en el Centro Cultural de España, tiene el objetivo de generar un espacio de reflexión en torno a las problemáticas medioambientales y el uso de la tecnología, así como vislumbrar posibles alternativas a través del arte. En la siguiente charla Martínez-Tormo habla sobre su formación, proceso de trabajo y su interés en interrogar en el uso de máquinas y objetos.

¿Cómo influye tu formación como ingeniero agrícola en tu labor como creador?, ¿qué herramientas te dieron tus estudios para entender la realidad?

Así es, mi formación inicial, antes de artista, fue de ingeniero. Soy una persona de ciencia, me interesa mucho todo lo relacionado con la naturaleza, la ecología y el medioambiente. Me he involucrado en temas de discusión que a priori parecen lejos de lo artístico. Sin embargo todo está relacionado, hay nexos que unen los campos del conocimiento que parecen inconexos.

La realidad la concibe cada uno a su manera. En mi caso tal vez sea de manera más empírica y analítica por mi formación previa, aunque siempre tengo presente lo teórico y lo conceptual. Se trata de encontrar el camino y el medio para expresar y comunicar las inquietudes, lo que cada artista considere interesante, independientemente de la disciplina.

En tu práctica artística utilizas herramientas digitales para exponer el impacto de objetos cotidianos y materiales comunes, por ejemplo, en la pieza Message Is the Bottle (2017). ¿A qué responde la relación que planteas entre la tecnología y la cotidianidad?

La tecnología, en sus múltiples variantes, convive con nosotros. Pantallas, sensores, motores, microcontroladores, etc., son dispositivos ya habituales. Los últimos avances en realidad virtual, aumentada, visualizaciones 3D y el desarrollo de tecnologías de impresión 3D, se abren paso en su uso cotidiano y tienden a ser normalizados. Estas innovaciones, por otro lado, tienen el hándicap de que nos van alienando cada vez mas del mundo natural y esto genera que sea más clara la fractura existente entre lo natural y lo tecnológico. Las nuevas tecnologías no contribuyen a estar en contacto con la naturaleza, todo lo contrario. Es una tendencia que deberíamos de revertir.

En el caso de la producción artística, las nuevas tecnologías pueden facilitar la representación del mundo de una manera mucho más sencilla para contribuir de manera más directa en la consciencia medioambiental ciudadana, que lucha por la conservación del entorno. La digitalización de objetos cotidianos, como la botella que flota en el mar en Message Is the Bottle, nos puede ayudar a visualizar la realidad de otra manera. La tecnología, también, tiene la ventaja de agilizar los procesos creativos y llevarlos a otro nivel.

«En los últimos años he desarrollado una serie de trabajos en torno al uso de la tecnología de impresión 3D. Más del 90% de los objetos que se comercializan en el mundo usan plástico en su conformación; vivimos en un mundo en el que ya hay suficiente plástico»

¿Cómo argumentas la crítica que haces en tu obra a los problemas ambientales?, ¿es posible generar una postura crítica usando los medios que alienan al ser humano como medios para la creación?

Pienso que las pequeñas acciones individuales ayudan a cambiar muchas cosas. Lo primero es dar el ejemplo y educar. Desde mi posición intento aportar mi granito de arena en mi día a día y, además, hago lo posible por comunicar y visibilizar una serie de problemáticas medioambientales urgentes. En los últimos años he desarrollado una serie de trabajos en torno al uso de la tecnología de impresión 3D. Más del 90% de los objetos que se comercializan en el mundo usan plástico en su conformación. Vivimos en un mundo en el que ya hay suficiente plástico; las nuevas tecnologías deberían desarrollar herramientas sostenibles, usar materiales 100% biodegradables cuya huella medioambiental sea nula. En mi proceso de trabajo me baso en la deconstrucción de máquinas que dejan de generar objetos para crear composiciones sonoras o lumínicas.

Me interesa cuestionar el uso de la tecnología y plantear preguntas: ¿qué pasaría si deconstruyéramos cualquier artefacto, por ejemplo una lavadora, aspiradora o lavavajillas, y con sus partes se pudiera capturar partículas de agua presentes en el aire para obtener agua potable en lugares del mundo donde hay escasez? Deseo interrogar la manera en que se nos impone a usar las cosas.

Imagen – ‘3DlightPrinter_Plastic Bottle’ (2017) – Instalación electromecánica de luz realizada con los componentes básicos de una impresora 3D deconstruida, y compuesta por una fotografía que documenta la botella de plástico encontrada en el mar

Aunque tu obra responde a contextos específicos, las situaciones a las que aludes son universales. ¿Cómo es tu proceso de trabajo?, ¿cómo germinan tus ideas?

Me inspira la naturaleza. Me gusta recorrer mi entorno y dar paseos por parques naturales protegidos. En ellos ves imágenes que despiertan sentimientos, sobre todo cuando encuentras algún objeto que no pertenece a ese lugar, que simplemente lo contamina.

Mi trabajo conlleva un proceso introspectivo para representar situaciones que nos afectan a todos. Cada idea es diferente y tal vez necesite de diferentes medios y materiales. No me gusta encasillarme en una sola disciplina. Unas veces me conviene usar las nuevas tecnologías y otras hacer una simple instalación objetual.

Desde mi punto de vista todo está conectado. Lo que haces en un pequeño lugar del planeta, puede tener consecuencias en un sitio remoto. Tirar una simple bolsa de plástico o lanzar una botella puede generar consecuencias inesperadas; por ejemplo que una tortuga marina confunda la bolsa con una medusa y se la coma, o que la botella acabe en el estómago de alguna ballena. Algo tan particular y específico como un objeto de plástico se convierte automáticamente en algo global y universal como la contaminación de los océanos y la problemática subyacente de los microplásticos. Esto es similar a lo que ocurre con el uso de aerosoles, los clorofluorocarbonos y el agujero de la capa de ozono o, en cierta medida, el consumo de alimentos con aceite de palma, la tala indiscriminada de los bosques de Indonesia y Malasia y la desaparición masiva de orangutanes. Se trata de efectos mariposa, donde lo específico, lo particular, conlleva consecuencias globales que nos afectan a todos.

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