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Houellebecq ante Schopenhauer

Anagrama publicó ‘En presencia de Schopenhauer’, en el que el escritor francés hace un breve recorrido por algunos pasajes de los libros más conocidos del filósofo alemán. Guillermo Núñez comenta el libro

Guillermo Núñez Jáuregui | lunes, 9 de abril de 2018

No debe sorprendernos que Michel Houellebecq, mejor conocido por su trabajo como novelista, le dedique ahora un opúsculo a Arthur Schopenhauer. El ejercicio recuerda a su primer libro, Contra el mundo, contra la vida (1991, traducido al español en 2006 a través de Siruela). Entonces Houellebecq hizo un doble acercamiento a la obra de H.P. Lovecraft, como crítico pero también como un exégeta más bien permisivo (algunos pasajes citados no se encuentran en la obra del autor norteamericano… ), pero en todo caso al servicio de una poética propia. Por supuesto, la simpatía por Lovecraft, por su pesimismo y materialismo, incluso por las gélidas opiniones demasiado cercanas al racismo, encajan con las visiones que Houellebecq desarrollaría en sus novelas. Algo similar ocurre con En presencia de Schopenhauer (2017), aunque de manera más contenida. Se trata de un breve recorrido comentarista por algunos pasajes de los libros más conocidos del filósofo alemán: El mundo como voluntad y representación y Aforismos sobre la sabiduría de la vida. Como sea, el libro sigue una trayectoria de interés, que se desprende no sólo del pesimismo de sus novelas (donde las pasiones humanas como el amor, el humor, el odio, lo estético o el “duro deseo de durar”, son llevadas a su mínima expresión) sino de algunos de sus ensayos –como los que reunió en un volumen en 1998. En 2000 la editorial Anagrama optó por traducirlos como El mundo como supermercado, cosa que ya daba pistas sobre esto (una edición posterior se acerca más a su título original, Intervenciones).

Ya en El mundo como supermercado Houellebecq señalaba los límites de Schopenhauer, especialmente respecto a su noción sobre la historia o los tristes alcances de la voluntad en un mundo hipermediatizado, cosa que no deja de percibirse en En presencia de Schopenhauer, donde también se hace mención de la segunda “conmoción filosófica” experimentada por el novelista, ante Comte. Como sea, este nuevo libro sí es una celebración del pensamiento del filósofo alemán, que a ratos roza el entusiasmo desmedido (“ningún filósofo hasta entonces se había tomado la poesía tan en serio”; “con valentía; y hasta hoy es el único filósofo que lo ha hecho, se adentrará en el terreno de los novelistas, músicos y escultores…”), aunque en general no se aleja de lo que se sabe, comúnmente, de su filosofía: su atención a la tragedia de la voluntad o que se trata de una versión occidentalizada del budismo. Los momentos más interesantes del libro, sin embargo, son aquellos en los Houellebecq que logra meter con calzador algunas ideas de Schopenhauer al servicio de su propia poética. Esto se percibe especialmente en el segundo apartado, “Examina las cosas con una mirada atenta”. Lo que parecería, naturalmente, un comentario sobre la epistemología orientalista de Schopenhauer en Houellebecq se convierte en una reflexión estética –en su sentido artístico (y estratégico). Así, para el francés, las ideas del pensador alemán sirven para revelar el núcleo de su estética (que es romántica): no una técnica, sino la capacidad de reflexionar de manera pasiva y pasmada. En sus palabras: “El artista siempre es alguien que lo mismo podría no hacer nada, satisfaciéndose solo con la inmersión en el mundo y una vaga ensoñación asociada”. No se trata, como podría creerse, de un alegato por la pereza, sino de una aclaración que invita a no confundir lo accesorio (los deseos humanos) con lo esencial (una capacidad contemplativa).

En presencia de Schopenhauer aparece, en nuestra lengua, en la colección Nuevos cuadernos Anagrama. Sirva esta nota, también, para prestar atención a esta renovación: se trata de un retorno a los inicios de la editorial y a las publicaciones que la apuntalaron en los setenta y ochenta. Como puede verse por el libro de Houellebecq, aquí conviven tanto el ensayo atípico con una pasión coyuntural (como puede verse en otros títulos de la colección, especialmente en el reportaje de Emmanuel Carrère sobre la clausura de un campo de refugiados en Calais).

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