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Papel de necios

¡Gracias, cronistas!

Jorge Pedro comparte saberes aprendidos de los cronistas de la ciudad, que en su último encuentro anual hablaron de Tepito, el Peñón de los Baños, la Delegación Benito Juárez y varias zonas más.

Jorge Pedro Uribe Llamas | jueves, 9 de noviembre de 2017

Donde abundan las opiniones escasea el análisis y se vuelve sencillo manipular. Es el signo de los tiempos, y más vale mantenernos alerta. Por suerte existen los estudiosos, que se atreven a cuestionar, como feliz antídoto contra el pensamiento reaccionario, tan copioso actualmente. Por ejemplo los investigadores de las universidades e instituciones afines, pero también aquellos que indagan y divulgan desde la independencia, amorosamente, como varios miembros de la Asociación de Cronistas de la Ciudad de México, quienes hace apenas unos días se juntaron para celebrar por tredécima ocasión un encuentro anual, esta vez en la tacubayense Casa de la Bola, y como siempre con las puertas de par en par. Enseguida compartimos algunos aprendizajes obtenidos durante esta reunión dedicada a los lugares poco conocidos de la capital.

1 Tepito estuvo desconectado de la ciudad hasta 1892, cuando se demolió parte del convento carmelita y se abrió la calle de Aztecas. Se lo escuchamos decir a Alfonso Hernández, probo cronista y «hojalatero social» que terminó su ponencia con un: «Si México quiere decir el ombligo de la luna, Tepito puede significar lo que está abajo del ombligo». Emoji que piensa… Por él aprendimos igual la etimología de Mecamalinco y Tequipeuhcan, calpultin tlatelolcas ubicados hoy en el barrio: «Lugar donde se tuercen las sogas» y «donde comenzó la esclavitud» respectivamente, esta última a causa de la aprehensión del aprensivo Cuauhtémoc, ocurrida donde aún se mantiene en pie el vetusto templo de la Concepción, en la esquina de Constancia y Tenochtitlan. Para saber más echemos mano de Alfonso (sin albur).

2 La cantina El Dux de Venecia, sobre Avenida Azcapotzalco, se encuentra próxima a cumplir un siglo. Gracias a las pesquisas del joven Julio Arellano, que ha estudiado el archivo de Enrique Escandón, propietario de este establecimiento comercial, pudimos oír noticias de sus comienzos como tienda de ultramarinos y casa de empeños. De paso nos enteramos de los cambios en la nomenclatura del «hormiguero» y, claro, también se mencionó la bebida emblemática del Dux: el Limón. ¡Salud por esta cantina y su generosa botana que a veces incluye caracoles en mole!

3 El Peñón de los Baños es un pueblo originario viejísimo. No una colonia cualquiera, o el simple rumbo del aeropuerto. Nos referimos nada menos que a un altépetl, difrasismo nahua que bien puede traducirse como señorío. Esto lo dio a conocer Gema Jiménez, una de las tres cronistas locales, que habló en su conferencia de la identidad, territorialidad y tradición del Peñón cuya historia es más antigua de lo que muchos sospechan: «En el año de 1959, y al ser un poblado semi rural, se encontró en las faldas del cerro una mujer homínida de aproximadamente 25 años de edad, con una antigüedad de 13,000». Margarita y Agustín, los otros colegas, nos contaron ella de un ritual practicado por los mexicas durante el mes de Tóxcatl y él de la amplia cultura sonidera en el sabroso poblado que también es conocido como «la Colombia chiquita». Ya comentaremos en otra oportunidad sobre su carnaval, gastronomía ¡y baños!

4 Todavía subsiste una parte del antiguo Hospicio de Niños Expósitos en la colonia Asturias. María Eugenia Herrera, estudiosa del barrio de Tultenco y la Calzada de Tlalpan, presentó un trabajo a propósito de esta añosa construcción inaugurada por Porfirio Díaz por todo lo alto en 1905. A la vez que mostró fotografías, algunas de la colección Villasana-Torres, la afable cronista detalló sus características arquitectónicas y lamentó el olvido en que se halla. En la actualidad casi todo el predio está ocupado por los edificios de Guardias Presidenciales, de los años sesenta.

5 La Benito Juárez está repleta de sitios sorprendentes. Desde la zona arqueológica de Mixcoac hasta un par de planetarios, el Joaquín Gallo y el Valente Souza, pasando por la Casa Museo Benita Galeana, inaugurada en el 2000 con cerca de 1,300 libros sobre movimientos sociales, feminismo y otros temas. Y la encantadora glorieta Mariscal Antonio Sucre, y el fino monumento art déco a Álvaro Obregón en la calle de Goya, que nosotros no sabíamos que era obra de los arquitectos Buenrostro y Aburto. Estas informaciones fueron obsequiadas por la cronista María de Jesús Real García Figueroa con la intención de animarnos a explorar con mayor esmero su delegación, compuesta por 56 colonias y unos 380 mil habitantes. ¿Cuántos de ellos estarán al tanto de la sobrevivencia de la casa del expresidente José Joaquín Herrera? Reparemos en la crónica, reparemos la ciudad.

Jueves 9 de noviembre de 2017

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