La Tempestad

El 12 de marzo se inauguró en la Galería Metropolitana la muestra colectiva Medios entre múltiples narrativas. La selección de los participantes reunió a cinco generaciones del Seminario de Medios Múltiples, coordinado por el profesor José Miguel González Casanova. A través de varios formatos como el video, el registro performático, la instalación y la escultura, los expositores abordaron distintas temáticas como la autobiografía, el proceso de duelo y la locura. También, una de las constantes de la muestra fue la circunstancia histórico-política, revisada por algunos de los artistas a partir del sexenio de Calderón: el incremento de las desapariciones forzadas, la falta de respuesta por las autoridades públicas y la protesta ciudadana pueden observarse como los ejes de las piezas políticas de la muestra. La Tempestad charló con dos artistas que decidieron incluir el discurso político en su producción.

 

Erick Hernández montó planos urbanos de la delegación Cuauhtémoc y del sector Roma-Condesa. Basándose en ellos, calculó el área en kilómetros cuadrados que correspondería a cada una de las víctimas de la violencia en México acumuladas desde el 2006 al 2014, con una proyección estimada al año 2030. «Quería generar un tipo de constatación empírica del contexto de violencia desaforada. Uno podría relacionarse con la violencia a partir de los medios, de imágenes que no se experimentan vivencialmente, sobre todo en zonas urbanas y específicamente el Distrito Federal. Me interesó intentar traer esa experiencia, constatar geográficamente el incremento de violencia», dijo. «El Distrito Federal, siendo un espacio urbano tan grande, genera aislamiento y el que no haya una relación con las realidades que están fuera del entorno urbano. Entonces, nuestra relación con lo que sucede es a través de las noticias, no porque se viva». Sobre el papel que juega el arte contemporáneo frente a la realidad nacional, Hernández opina que en su generación hay artistas de todo tipo: «No querría hacer una categorización general. Lo que puedo observar es que se están haciendo muchas cosas y con muchas clases de acercamientos, desde los muy comprometidos hasta la gente que se encuentra en un rango de lo conceptual ochentero», puntualizó.

 

Por su parte, Laura Valencia presentó Cuerda. Desde la perspectiva del cuerpo, la artista propone abordar la desaparición forzada, visibilizar el vacío físico. «La pieza surgió con una necesidad de denuncia a partir de las artes. Yo ya estaba trabajando en Tlatelolco, y me interesó mucho abordar, desde el espacio público, el 2 de octubre. Empecé a investigar sobre los desaparecidos de la matanza estudiantil, y en una entrevista que mantuve con el fundador del Comité 68, me di cuenta de que el tema de visibilizar las víctimas era muy importante. En las imágenes que conocemos de la matanza hay muchos zapatos vacíos, y ropa, y en los registros, las organizaciones civiles sólo tienen constancia de un desaparecido», dijo. «Cuando me di cuenta de eso, lo que hice fue trabajar con los que estaban siendo desaparecidos en el sexenio de Calderón, y ahí la cifra se exponenció en relación a los 506 desaparecidos que había durante la guerra sucia de México en los setenta. En ese momento había casi ocho mil, en un rango de pocos años. Con esos datos, yo dirigí mi proyecto hacia el cuerpo, hacia el momento en el que el familiar no puede cerrar el ciclo de un duelo por tener el vacío del cuerpo de su ser querido». Valencia cree que la relación entre arte y política es complicada. «Cuando el arte trabaja de cerca con el activismo, se crea una tensión entre lo que el activismo quiere del artista, y entre lo que el artista piensa es el activismo. Esa tensión no clarifica mucho la actividad de ambas partes. Por otro lado, pienso que el arte puede dar herramientas de visibilización, y que también puede crear espacios donde los ciudadanos expresen su propia subjetividad. Esa creo que es la posibilidad que el arte puede dar: abrir espacios de autodefinición ante esquemas cerrados».