16 de agosto de 2017

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15/06/2025

Literatura

El desierto salvaje de la edición independiente

La cuarta antología lanzada por un grupo de editoriales mexicanas se tensa entre la obsesión por uno mismo y el deterioro del entorno

Carlos Priego | lunes, 29 de abril de 2024

Leí el nuevo libro que conjunta el trabajo de quince editoriales “de pocos recursos”, “pequeñas”, “autogestivas”, “alternativas”, “unipersonales”, “micro” o “independientes” mexicanas –y a sus respectivos autores– dos veces: unos días antes del Día Internacional del Libro y, luego, en el transporte público hace un par de horas. La marca de un texto realmente bueno es ser incluso mejor la segunda vez que se lee, y así fue.

Desierto salvaje puede describirse como una colección de fragmentos. La palabra “antología” es clave aquí: está formada del griego anthos, que significa flor, y legein, escoger, lo que convierte a este libro en una selección de flores. Si bien los saltos entre uno y otro pasaje pueden resultar inesperados, aleatorios, creando un terreno inestable para la lectura, las recompensas hacen sortear los obstáculos. Los editores escogieron pedazos de obras ya publicadas o que verán la luz este año –la mayoría– alrededor del tema de la desgracia, una gama de experiencias, estados de ánimo y estilos. Así nació este libro Frankenstein.

La variedad de técnicas está asegurada por el formato del ejercicio. Que los fragmentos involucren el dolor o las aterradoras crisis ambientales e identitarias los vuelve dolorosamente fascinantes. Cada página transmite la disonancia entre nuestra obsesión por nosotros mismos y la ansiedad (o no) por lo que sucede delante de nuestros ojos. Hay retazos de novela, principalmente, pero también crónica, cuento, diario, teatro y ensayo.

El alcance de esta antología de editoriales independientes, prologada por Nayeli García Sánchez, es amplio: sus autores van de figuras como Knut Hamsun o Michel de Montaigne a escritores contemporáneos como Andrés Cota Hiriart, Elisa Díaz Castelo y Gabriel Wolfson. Organizada en cuatro secciones –“Observación”, “Inminencia”, “Absurdo” y “Soledad”–, Desierto salvaje es tan denso como ameno. En su brillantez, el volumen es una invitación a revisar al catálogo de cada editor convocado.

El pez león y su devastadora relación con el medio que habita. La singularidad de las termitas. La ironía de enfrentarse a los horrores del mundo tras una operación contra la miopía. La lucha contra el binarismo de las relaciones de pareja. Un viaje infinito en transporte público. La consternación por la migración, la irracionalidad o el suplicio de Cuauhtémoc. Así Desierto salvaje.    

Hace algunos años Tillie Olsen relató los silencios culturales o institucionales que inciden en que algunos sectores de la sociedad estén menos representados. Hablaba de escritores, pero sus observaciones pueden extenderse a la edición. De ahí la importancia de reunir a voces de la edición independiente para examinar sus diferencias y conexiones. Parece sencillo, pero para estos sellos el camino es diferente. Está repleto de peligros únicos que hacen que sus victorias sean más dulces.

Desierto salvaje es un volumen coeditado por los sellos Alacraña, Almadía, Antílope, Aquelarre, Canta Mares, Dharma Books, Elefanta, Festina, Grano de Sal, Gris Tormenta, Impronta, La Cifra, Minerva, Palíndroma y Polilla

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