16 de agosto de 2017

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Escaparate de la moda

Hace unos meses Anna Wintour, editora de la Vogue norteamericana, advirtió en una plática en Central Saint Martins, Londres, que los desfiles de moda ya no eran una opción viable e importante para las nuevas generaciones de diseñadores, pues ahora disponen de múltiples herramientas más efectivas para dar a conocer su propuesta sin sacrificar millones […]

Olivia Meza de la Orta | jueves, 12 de marzo de 2015

Hace unos meses Anna Wintour, editora de la Vogue norteamericana, advirtió en una plática en Central Saint Martins, Londres, que los desfiles de moda ya no eran una opción viable e importante para las nuevas generaciones de diseñadores, pues ahora disponen de múltiples herramientas más efectivas para dar a conocer su propuesta sin sacrificar millones de libras en quince minutos. Algo parecido ha comenzado a ocurrir en países tan lejanos de Inglaterra, como México.

 

No pretendo desacreditar la estrategia de la pasarela, pero en un país que es nuevo en la escena de la moda internacional, así como en otras disciplinas creativas, ser exclusivo no siempre es la mejor manera de dar a conocer y vender ropa. Y aunque exista el mercado del lujo, no debemos confundirlo con la moda pues, por definición, la moda es un fenómeno masivo que se refleja en el vestir, mientras el lujo goza de su exclusividad.

 

México no se ha consolidado como un referente de la moda a nivel global como París, Milán, Nueva York, Tokio o Londres. No obstante, tiene algo en común con estas ciudades: un ferviente deseo de consumirla. Ya sea en mercados, centros comerciales, boutiques de autor, tiendas independientes, sitios en línea o bazares, la moda es un huésped asiduo en el quehacer cotidiano de la gente. Sin embargo, una de las iniciativas más populares, emergentes en la actualidad, son los bazares de diseño, que no sólo reúnen propuestas de moda sino también de interiorismo, diseño industrial, gastronomía y arte. Estos espacios se han vuelto visitas obligadas para el público ansioso por conocer nuevas propuestas, y también un lugar propicio para el diseñador independiente.

 

Uno de los temas más comentados en los centros educativos de moda son los espacios de venta para la moda mexicana. ¿Cómo te darías a conocer en un nivel significativo, si no es en una tienda departamental como El Palacio de Hierro o en algún local dentro del centro comercial Perisur, por ejemplo? ¿Cuál es el verdadero alcance para “triunfar” en la industria de la moda si no hay plataformas que apoyen una marca mexicana emergente? A raíz de estos cuestionamientos, los bazares comenzaron a adquirir posicionamiento (unos más que otros) e identidad, pues hoy en día se puede revisar fácilmente cuál es su mercado o su rango de precios tanto para el usuario como para el diseñador. Sin embargo, ¿encontramos calidad?, ¿son propuestas originales? ¿Es realmente una ventana esencial a la moda mexicana? La mayoría tiene un buen estándar de calidad, pero la incertidumbre se apodera de los primeros visitantes: aunque la originalidad es debatible, no cabe duda de que hay copias de copias. Es un escaparate idóneo, sin embargo. Algunas firmas han sabido aprovechar la oportunidad (y la inversión, porque la exhibición tiene un costo).

 

Más que un escaparate para ofrecer moda mexicana, el bazar es un interesante campo de investigación en el cual se puede analizar el panorama actual de la disciplina y colaborar en su evolución. Bajo esta premisa, vale la pena destacar la selección de bazares como Dama Tiburón, La Lonja Mercantil, Bazar Fusión y Rooftop Sale.

 

Los bazares son lugares que promueven a los diseñadores independientes, pero el crecimiento de una firma de moda no puede limitarse a ellos si lo que se pretende es fortalecer una industria. Los bazares itinerantes no son ferias de excéntricos, sino iniciativas con una misión en común: fungir como el verdadero escaparate de la moda mexicana.

 

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