22/10/2025
Artes visuales
Colección FEMSA: seguir abriendo sendas
Agente central del ecosistema artístico mexicano, la colección corporativa revisa el archivo para delinear el futuro; conversamos con su equipo
Vista de la exposición ‘30 años en el mundo del arte. Una revisión de la Bienal FEMSA’, Centro de las Artes | CONARTE, Monterrey, 2025. Cortesía de la Bienal FEMSA. Fotografía: Michelle Lartigue
Nacida en 1977, a partir del donativo de la pintura El maizal del Dr. Atl, la Colección FEMSA se halla inmersa en un proceso de reflexión sobre su trayectoria, con el fin de entender su presente y delinear su futuro. Con la vista puesta en el aniversario 50, consolidada como una de las colecciones más importantes de América Latina, las preguntas provienen de la necesidad de cambiar al ritmo del arte y la sociedad contemporáneos.
A finales de agosto, en el contexto de las últimas activaciones de la muestra Conocer el mundo con la boca, sin que te piquen las espinas –organizada por la institución privada junto a Casa del Lago UNAM–, nos reunimos en el bosque de Chapultepec con el equipo de la Colección FEMSA para conversar sobre el modo en que sus reflexiones se materializan en exposiciones, comisiones, publicaciones y programas públicos.
El Museo de Monterrey: recordar el origen
“No estamos volteando al pasado para revisitarlo de una manera genealógica, sino partiendo de él para explicar el momento presente”, plantea Paulina Bravo, que encabeza el equipo curatorial. “Para nosotros es muy importante entender que la Colección FEMSA fue conformada por un proyecto muy innovador, el Museo de Monterrey, porque eso explica que no sea una acumulación de objetos a lo largo de los años sino un conjunto de procesos curatoriales mediados por distintas visiones. El museo fue un espacio físico de experimentación, y en ese sentido marcó las adquisiciones de las primeras décadas”.

Javier de la Garza, Eucaristía, parte de la exposición Si Colón supiera… 11 instalaciones efímeras, Museo de Monterrey, 1992. Cortesía de la Colección FEMSA
Inaugurado el 7 de noviembre de 1977 en el antiguo edificio de la Cervecería Cuauhtémoc, el Museo de Monterrey fue uno de los primeros museos privados de arte moderno y contemporáneo en México. Ha pasado un cuarto de siglo de su clausura, pero exposiciones de nombres como Joaquín Torres García, Remedios Varo, Roberto Matta, Frida Kahlo, Guillermo Kuitca, Joy Laville, Alberto Giacometti, Thomas Glassford, Carla Rippey, Robert Mapplethorpe o Cindy Sherman dejaron su impronta. La Colección FEMSA surgió como el acervo que respaldaría la programación del museo.
Inaugurado el 7 de noviembre de 1977 en el antiguo edificio de la Cervecería Cuauhtémoc, el Museo de Monterrey fue uno de los primeros museos privados de arte moderno y contemporáneo en México.
Laura Pacheco, gerente de la colección, amplía: “Es tiempo de reconocer a las personas que hicieron posible el trabajo que hacemos hoy. Al revisar el archivo encuentras que desde el inicio hubo un interés particular en los públicos jóvenes y los talleres, lo que incluso implicó un proyecto de realidad virtual que marcó un punto muy importante en la historia de las exposiciones. A ello se sumó la Bienal, la iniciativa por la que somos más conocidos. Aunque el cierre del Museo de Monterrey fue doloroso, generó otras posibilidades para la Colección y la Bienal, que se han abierto a otros territorios además de Nuevo León”.
La Bienal FEMSA y el arte contemporáneo
Las tres décadas de la Bienal FEMSA, en un inicio Bienal Monterrey, fueron revisadas en la exposición 30 años en el mundo del arte, que se presentó en el Museo de Arte e Historia de Guanajuato (León, 2024) y el Centro de las Artes | CONARTE (Monterrey, 2025). En ella pudieron verse piezas icónicas del evento artístico dentro de una trama histórica que muestra la evolución “de un concurso por convocatoria abierta a un programa curatorial con obras comisionadas, que considera el lugar en el que se realiza y cuenta con un programa educativo y editorial”, como explicó el curador Daniel Garza Usabiaga. Tras doce ediciones en Nuevo León, la Bienal se volvió itinerante, lo que la ha llevado a los estados de Zacatecas, Michoacán y Guanajuato.

Vista de la exposición 30 años en el mundo del arte. Una revisión de la Bienal FEMSA, Centro de las Artes | CONARTE, Monterrey, 2025. Cortesía de la Bienal FEMSA. Fotografía: Michelle Lartigue
“La Bienal fungió por mucho tiempo como el lado más arriesgado de la Colección, cuya mirada estuvo orientada por un buen tiempo hacia los grandes hitos del arte latinoamericano”, expone Beto Díaz, curador de la Colección FEMSA. “Los premios de la Bienal permitieron que obras como la del grupo SEMEFO entraran a la Colección a partir de 1996. Con el replanteamiento hacia las comisiones dejó de haber premios, pero la última edición [La voz de la montaña] es la Bienal de la que más piezas se han integrado al acervo”.
“La Bienal fungió por mucho tiempo como el lado más arriesgado de la Colección, cuya mirada estuvo orientada por un buen tiempo hacia los grandes hitos del arte latinoamericano”, expone Beto Díaz, curador de la Colección FEMSA.
SEMEFO es representativo de los noventa, la década de la explosión del arte contemporáneo mexicano. La Colección FEMSA incorporó, a partir de entonces, instalaciones y nuevos formatos. “La Bienal representa la apertura de la Colección al arte contemporáneo. Quienes entonces estaban al frente del Museo de Monterrey eran muy sensibles a lo que estaba ocurriendo en el entorno y propiciaron proyectos clave. La exposición Si Colón supiera… [1992], curada por Olivier Debroise y Rina Epelstein, se conoce poco en el centro del país, pero ya entonces hubo obras comisionadas a manera de instalaciones efímeras, que incluían performance en algunos casos. Es un antecedente del interés de incidir en la producción y no sólo acumular objetos”, puntualiza Paulina Bravo.
La historia, los públicos, los diálogos
Cambia la producción artística, pero también los espectadores: no son los mismos de hace medio siglo. ¿Cómo se experimentan las obras modernas y contemporáneas en un contexto marcado por la llamada economía de la atención? ¿Es necesario un enfoque didáctico, una pedagogía? “Siempre hay preguntas nuevas que podemos hacernos en torno a las piezas”, propone Beto Díaz. “En las últimas exposiciones nos hemos planteado difuminar las categorías de lo moderno y lo contemporáneo para poner a dialogar las obras. En la exposición que estamos trazando hacia los 50 años de la Colección queremos problematizar la propia historia del arte. Por ejemplo: ¿cómo podemos pensar la Escuela Mexicana de Pintura en diálogo con artistas muy jóvenes? A través de los programas públicos buscamos facilitar herramientas para que las personas dialoguen con las piezas”.

Vista de la exposición El orden material de las cosas. Una lectura de la Colección FEMSA, Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey (MARCO), 2019. Cortesía de la Colección FEMSA
Bravo amplía sobre las ideas detrás de la exposición que se inaugurará en marzo de 2026 en el Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey (MARCO): “No buscamos hacer una revisión histórica de la Colección sino identificar los intereses que han sido comunes a los artistas latinoamericanos, como el cuerpo, el territorio o las estructuras coloniales. Nos interesa presentar obras poco conocidas de la colección que, pensamos, van a resignificar los grandes hitos del arte moderno y contemporáneo. Vamos a poner a dialogar al Diego Rivera cubista con Manuel Felguérez, por ejemplo, porque ahí hay un trabajo espacial que no podemos no relacionar. Nuestra función no es escribir la historia del arte sino crear puentes entre las personas y el arte”.
“No buscamos hacer una revisión histórica de la Colección sino identificar los intereses que han sido comunes a los artistas latinoamericanos, como el cuerpo, el territorio o las estructuras coloniales”: Paulina Bravo, jefa de curaduría de la Colección FEMSA.
Volver a la colección, mirar las piezas sin fijarlas en lecturas previas, abre líneas de fuga y la posibilidad de establecer nuevas relaciones entre ellas; al mismo tiempo, la vuelve permeable a la producción emergente, con la que encuentra puntos de contacto. “Algo que nos entusiasma de esta nueva visión es exaltar las historias que se quedaron al margen del gran relato de la historia del arte, como la experiencia cuir y de los pueblos originarios, con la posibilidad de contar esas historias desde la Colección FEMSA. En esa línea están las adquisiciones de artistas como Alan Sierra o de Salvador Xharicata o Ana Hernández. Esto abre la posibilidad de releer piezas anteriores de la colección, como Casamiento indio de Alfredo Ramos Martínez o Nuevo catecismo para indios remisos de Francisco Toledo, además de las de Abraham Ángel o Remigio Valdés de Hoyos”, plantea Díaz.
Recepción expandida
Los programas públicos que han acompañado las exposiciones 30 años en el mundo del arte y Conocer el mundo con la boca, sin que te piquen las espinas son puestas en práctica del aprendizaje de los últimos años. “Buscamos diversificar lo que se entiende por un programa público, alejándonos de la pasividad asociada a la recepción. Hay una dimensión participativa muy importante en las personas que acceden a compartir el espacio con nosotros”, abunda Paulina Bravo.

Vista de la exposición Hacer mundos. Un acercamiento para leer la Colección FEMSA, Museo de Arte e Historia de Guanajuato, León, 2022. Cortesía de la Colección FEMSA
Laura Pacheco retoma esta línea de trabajo: “Las exposiciones van a seguir evolucionando y transformándose, con este componente de escucha, reflexión y diálogo. Algo muy importante de tener un acervo es establecer cómo difundirlo, cómo compartirlo, cómo hacerlo dialogar con lo que pasa fuera de él. Seguimos trabajando en formas de sumar las escenas, lo mismo desde la colección que desde las publicaciones, tratando de capturar la efervescencia de lo que ocurre no sólo en la Ciudad de México sino en Monterrey, Guadalajara, Mérida, Oaxaca o Tijuana”.
“Las exposiciones van a seguir evolucionando y transformándose, con este componente de escucha, reflexión y diálogo. Algo muy importante de tener un acervo es establecer cómo difundirlo, cómo compartirlo, cómo hacerlo dialogar con lo que pasa fuera de él”: Laura Pacheco, gerente de la Colección FEMSA.
“No nos interesa llegar a fórmulas sino a proyectos que, si bien pueden replicarse, se adaptan a las necesidades particulares de la escena, la locación, los gestores, las instituciones locales”, abunda Bravo. “Para la Colección FEMSA las alianzas son fundamentales, porque no buscamos hablar al unísono. En el equipo curatorial estamos Eugenia Braniff, Beto Díaz y yo, pero trabajamos con otros curadores en diversos proyectos; buscamos que incluso reten nuestra visión”.
La colección como cuerpo
Al repensar la institución, cuenta Díaz, vino a su mente la imagen de un cuerpo: “La Bienal es uno de los brazos, la Colección es otro; el programa público es el tronco que conecta estas dos grandes ramas”. Una colección que no se centra exclusivamente en los objetos sino en las relaciones que se construyen alrededor de éstos, entonces. ¿Qué pasa si en lugar de pensar cómo llevar las personas a los museos se hace el arte junto a las personas? En esa pregunta, en la desacralización del objeto artístico a favor de los procesos, se juega una de las posibilidades de crear públicos para el arte contemporáneo.

Rumores de la noche, comisión artística de Elisa Malo, con curaduría de Isis Yépez, en el 53 Festival Internacional Cervantino, Museo Casa Diego Rivera, Guanajuato, 2025. Cortesía de la Colección FEMSA. Fotografía Michelle Lartigue
La Colección FEMSA presenta desde el 10 de octubre, como parte del Festival Internacional Cervantino, una comisión de la artista veracruzana Elisa Malo. Curada por Isis Yépez, Rumores de la noche parte de un “escuchatorio de sueños” que tiene en el centro la colaboración con personas de la región. El proyecto es un ejemplo de lo conversado a la orilla del lago de Chapultepec: los objetos artísticos como parte de un tejido de historias, de vidas, de personas. La sede es el Museo Casa Diego Rivera de Guanajuato, que cumple medio siglo de existencia; la pieza dialoga asimismo con los sueños que pudo haber tenido el artista mexicano en su lugar de nacimiento.
“Nos entendemos como una pieza más del rompecabezas, en un ecosistema de artistas, interesados en el arte, creadores, gestores, etc. que se nutre recíprocamente”: Eugenia Braniff, curadora asociada de la Colección FEMSA.
Tras el análisis de sus últimas ediciones, la Bienal FEMSA prepara una hoja de ruta con vistas a fortalecer el ecosistema que ha conformado. Un libro sobre los 30 años del evento artístico está por entrar a imprenta, y constará no sólo de la visión retrospectiva de la exposición sino, adelanta Laura Pacheco, de los testimonios de colaboradores de cada una de las quince ediciones.
En la senda de su 50 aniversario, la Colección FEMSA revisa sus orígenes y renueva su mirada, con el objetivo de reforzar su posición como uno de los agentes centrales de la escena artística de México. “La exposición que estamos preparando refleja dónde estamos ahora y adónde queremos ir”, concluye la curadora asociada Eugenia Braniff: “Retomamos la visión y los valores de la compañía de formar parte de la comunidad horizontal y transversalmente, entendiéndonos como una pieza más del rompecabezas, en un ecosistema de artistas, interesados en el arte, creadores, gestores, etc. que se nutre recíprocamente”.