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CALDER: DERECHOS DE LA DANZA

admin | miércoles, 25 de marzo de 2015

(Fotografía: Heber Canett).

 
El pasado 20 de marzo, un día antes de la inauguración oficial, el Museo Jumex ofreció un recorrido de prensa por la muestra Calder: Derechos de la danza. Curada por la arquitecta Tatiana Bilbao y por Alexander S.C. Rower, nieto del artista y presidente de la Fundación Calder, la exposición propone un diálogo espacial entre las instalaciones del museo con la obra del estadounidense. En palabras de Patrick Charpenel, director del museo, la muestra es uno de los proyectos más ambiciosos de la institución. Se trata de la primera muestra individual de Calder en México después de veinticinco años, y una de las más completas. Abarcando muchas facetas de su producción –joyería, dibujo escultórico, escultura y pintura–, Calder: Derechos de la danza ofrece un panorama cabal de las distintas técnicas exploradas por el norteamericano.

 

Ahora, la elección de un artista modernista en una institución que dice «promover la producción, reflexión y conocimiento del arte contemporáneo», ¿a qué niveles puede funcionar? ¿Se trata de una revisión historiográfica de Calder como uno de los constructores del modernismo en México? Tanto Rower como Charpenel insistieron, durante el recorrido, en la relación que Calder tuvo con Mathias Goeritz y en su participación en la Ruta de La Amistad de las Olimpiadas de 1968, pero la muestra no hace mención de la presencia de Calder en nuestro país. ¿Se trata de crear puentes discursivos entre el modernismo y la producción contemporánea? Bilbao y Rower explicaron que el trabajo curatorial pretendió crear una experiencia en el espectador y una reinterpretación de las galerías del museo a partir de la obra de Calder. Las posibles lecturas que se le pueden dar a la exposición, si tomamos en cuenta las declaraciones de los curadores y del director, se limitan a describir Calder: Derechos de la danza como una muestra que juguetea con los espacios y con los formatos técnicos de la pintura y la escultura. Sin negar que se trata de una muestra que puede calificarse como retrospectiva, la forma en la que está construida no ofrece mucha sustancia crítica para mirar el trabajo de Calder.

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