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Música

Cuatro décadas de Elvis Costello

Guillermo García destaca los momentos más sobresalientes de la larga y fructífera carrera del músico.

Guillermo García Pérez | martes, 8 de agosto de 2017

Escuchar Almost Blue (1981), de Elvis Costello, confirma la sospecha de que el cantante británico puede cantar casi cualquier cosa. O mejor: que puede filtrar casi cualquier género de música popular a través de su peculiar voz. La de Costello (cuyo nombre real es Declan Patrick MacManus) no es una voz particularmente bella o dotada; incluso, un periodista como Damon Linker ha dicho categóricamente que «no es una voz hermosa; un barítono espeso y nasal» que, además, abusa del vibrato. Y sin embargo, nadie podría negar que esa voz imprime una personalidad única a cada canción que aborda. La densidad de su tesitura puede cargar con empresas particularmente difíciles: cantar, por ejemplo, “A Good Year for the Roses” (incluida en el mencionado Almost Blue) una balada country de Jerry Chesnut, que gana en una interpretación tan sólida como emotiva:

O lograr sacar adelante un disco como Painted From Memory (1998), junto a Burt Bacharach, y sus arreglos de cuerdas rayanos en lo cursi. En temas como “In The Darkest Place”, sin embargo, su voz puede desplegarse por una paleta expresiva, inalcanzable en las estructuras del rock, por ejemplo.

Por supuesto, el epítome de este proceso es “She”, su cover del tema de Charles Aznavour, popularizado por su inclusión en la película Nothing Hill. Pero la carrera de Costello es, evidentemente, mucho mayor que sus versiones de temas country o baladas pop. Si los aficionados a su música podemos disfrutar de esas incursiones en territorios confortables, por melódicos, es porque se inscriben en una obra de mayor complejidad.

La carrera de Costello comienza hace 40 años, con la publicación de My Aim Is True (1977), y rápidamente, en cuatro años, da un golpe de efecto con cuatro álbumes más: This Year’s Model (1978), uno de los más celebrados; Armed Forces (1979); Get Happy (1980), uno de los mejores, aunque no tan conocido; y Trust (1981). Todos, excepto el disco debut, junto a The Attractions: Pete Thomas en la batería, Bruce Thomas en el bajo y el destacado tecladista Steve Nieve. Es ésta agrupación y es ésta época la que mostrará al Costello más versátil y vitalista: el impulso de la llamada new wave anglosajona le permitiría reunir las influencias del punk, el rock, el rythm and blues, la electrónica y el ska, y filtrarlas a través de una ligereza pop, inédita hasta entonces. En ese entorno, su voz comienza a recorrer su camino particular.

Recomiendo escuchar, para comprobarlo (obviando los temas más famosos como “Pump It Up” o “Alison”), canciones como “No action”, “(What’s So Funny ‘Bout) Peace, Love and Understanding” o “King Horse”.

Hasta a la fecha, a Costello se le reconoce principalmente por esa etapa. Y es que la ecuación de esos discos es tan potente que dibuja una sombra sobre el resto de su carrera. Pero es mucho lo que se pierde si no se mira el panorama completo. Tan sólo hace cuatro años, en su grabación más reciente, el británico publicó Wise Up Ghost, junto a The Roots, el disco más orientado al funk de su carrera.

Diez años antes, cuando iniciaba su relación con la pianista Diana Krall, grabó North (2013), uno de sus álbumes más intimistas, donde, con una base de arreglos de jazz, oficia prácticamente de crooner. Incluye un tema como “Still”, junto al Brodsky Quartet, con quienes además, en 1993, grabaría The Juliette Letters.

Y si estas exploraciones, de otros géneros, de otras instrumentaciones o de otras perspectivas de canto, volvieron más complicado seguir la pista de su carrera –e imposibilitaron una decodificación simple de su obra–, también es cierto que cada tanto Costello regala un disco donde reafirma su calidad como escritor de canciones rock pop, al punto que resulta difícil encontrar a alguien que se le compare. Así comienza, por ejemplo, Mighty Like a Rose, su álbum de 1991:

Pero tengo un favorito personal. Creo que All This Useless Beauty, de 1996, sintetiza la energía de la primera etapa de su carrera y la madurez de sus búsquedas posteriores. Transita por géneros diversos (incluido el country en “Starting To Come To Me”), pero logra mantener un balance alrededor de la estructura pop. Tiene momentos de intimidad emotiva (como “Poor Fractured Atlas” o “I Want To Vanish”), pero también válvulas de escape de una actitud cercana al punk (“Shallow Grave”). Además de temas de rock pop, que se construyen de forma paciente pero compleja, y que se cuentan entre lo mejor de su carrera (“The Other End of the Telescope” o “It’s Time”). Y su voz brilla, es expresiva, pero también modula de acuerdo con lo que cada tema necesita. All This Useless Beauty es tan destacado que puede servir como punto de inicio, lugar de llegada o elemento mediador de la carrera entera de Costello.

 

 

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