16 de agosto de 2017

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25/04/2024

Artes visuales

Un caligrama gigante: entrevista con Verónica Gerber

La artista visual y escritora explora los crecientes retos del arte contemporáneo en el espacio virtual potenciado por la pandemia

Virginia Gallardo | martes, 29 de septiembre de 2020

Verónica Gerber Bicecci retratada por Adriaìn Duchateau

Verónica Gerber Bicecci, escritora y artista visual, o “artista visual que escribe” (como se define), estuvo a cargo del trabajo textual de la exposición Rat Attack, encuentro de proyectos de la generación 2020 del Programa Educativo SOMA, donde forma parte del equipo docente.

Autora de libros como Mudanza, Conjunto vacío o Palabras migrantes, ha realizado intervenciones e instalaciones en MUCA Roma y el Museo de Arte Abstracto. Abierta hasta el 17 de octubre, Rat Attack cuenta con un programa público y virtual que se puede seguir en el canal de YouTube de Miércoles de SOMA y la versión virtual de la exposición.

Pocos días atrás, la escritora formó parte de una charla pública para reflexionar sobre la manera en la que los Word, PDFs y JPEGs se han sumado a las exposiciones en la pandemia. En esta entrevista abundamos con Gerber sobre el proceso de escritura, edición y programación en un mundo que, más que nunca, consume contenidos por Internet.

Hace algunos años la consigna de una exposición era más o menos ésta: “Si tu trabajo no está en Internet, no existe”. ¿Podemos pensar hoy de la misma manera? ¿Un artista sin carpeta web, o registro de obra en línea, es anónimo?

Lo plantearía al revés: ¿tener una carpeta web, o registro de obra en línea, te hace visible? No necesariamente. La visibilidad está atravesada por quién comparte tus contenidos, quién los publica, etcétera. Habría que preguntarse, más bien, por la construcción de ese ente llamado “prestigio”, porque es el que regula la visibilidad.

¿El anonimato, entonces, es necesario?

El anonimato elegido (porque me parece que hay quien se siente anónimo y no quiere serlo) puede ser un posicionamiento ético y político, una forma de anular a la figura central del mercado, el autor, para poner en el centro a la comunidad.

¿Cómo cambia la relación con las piezas en línea? ¿De qué manera se aproxima el público a una pieza virtual a diferencia de una física?

En el caso de Rat Attack lxs artistas decidieron configurar experiencias distintas, es decir, hay tres formas de ver la exposición: en físico (con cita), en la web (ahí accedemos a fragmentos de las piezas y materiales no incluidos en el montaje) y a través de la publicación (que existirá en PDF y también impresa, y está pensada como una especie de manual para hacer o pensar por uno mismo, a la manera de los programas de televisión de manualidades).

¿Podríamos pensar Internet como una inmensa galería o, tal vez, como un performance continuo?

Personalmente entiendo Internet como un caligrama gigante: las relaciones que hay ahí, entre código y pantalla, entre texto e imagen, proponen formas de plegar al lenguaje sobre sí mismo, desdoblarlo o tal vez hasta romperlo.

¿Qué sucede con la imagen, y sus diferentes lecturas, en lo virtual? Es decir, cuando una pieza se exhibe de manera virtual, ¿es posible entenderla como totalidad conceptual y física?

De entrada no creo que exista la totalidad o una experiencia total con una pieza, todo está atravesado por un montón de condiciones espaciales y corporales. Ahora, me parece que hay piezas que ganan conceptualmente en su dimensión virtual y otras que tal vez no. Por ejemplo: es posible que sea más viable ver un video completo en nuestra computadora que verlo completo en el espacio de exposición, de pie y con gente esperando detrás. En cambio, una instalación atmosférica tal vez pierda ciertos índices fenomenológicos en el ámbito virtual. Pero lo virtual es un espacio más y hay que trabajarlo con sus reglas y sus problemáticas, pensarlo desde ahí. Me parece que entender sus posibilidades puede dar resultados valiosísimos que no tienen por qué compararse con lo físico.

¿Cómo describir una pieza desde lo virtual? ¿Fue esto parte del reto de integrar los proyectos de Rat Attack?

En realidad no fue así. Las piezas existen físicamente en SOMA y se pueden ir a visitar con cita. La web y la publicación son extensiones que lxs artistas decidieron hacer para proponer un proyecto híbrido debido a las circunstancias que atravesamos. Pero la información que hay en la web y en la publicación no es, necesariamente, la que encontrarás en la exposición presencial. El texto se escribió antes de que las piezas existieran, pero esto es muy común en las artes visuales: las carpetas de proyectos y las conversaciones con lxs artistas le dieron forma a las palabras. Es interesante pensar que en general trabajamos mucho con la especulación, y que el vuelco a lo virtual, tras la pandemia, vino a subrayar esa condición.

Las redes sociales han moldeado, también, la forma de mirar de las audiencias. Esta invasión constante de imágenes ¿es distinta a la de otras épocas en la historia del arte? ¿Cómo repercute esto en la curaduría?

En el caso de Rat Attack no podemos hablar estrictamente de una curaduría. Es, en realidad, un ejercicio colectivo, con acompañamiento del equipo docente de SOMA. Es una especie de curaduría de consenso: se discute, se conversa, se buscan los puntos en común. A mí me tocó escribir el texto. Pareciera como si el texto diera una estructura al trabajo, en episodios de un programa de televisión que se ve por Internet, pero lo valioso es que es resultado del trabajo de escucha que intenté hacer con lxs artistas y, sobre todo, es un reflejo de los consensos colectivos que configuraron la exposición.

¿Podríamos hacer una analogía de los “submundos” del arte con los de las redes sociales? ¿Qué artista sería, por ejemplo, un youtuber o un instagramer?

En Rat Attack el submundo, creo, son las manualidades o las artesanías. Todas las piezas de la exposición se posicionan de distintas maneras frente a esa distinción entre arte contemporáneo y manualidad o artesanía. Entre eso que Bordieu llamaba alta y baja cultura. Las redes sociales son una herramienta para intentar desmantelar, y a veces también para institucionalizar, esas distinciones.

Un muy buen ejemplo de cómo las estrategias de las redes sociales se cuelan en las prácticas artísticas es el programa que diseñaron los artistas de Rat Attack para los Miércoles de SOMA. Todas las sesiones tienen una lógica que viene, de un modo u otro, de las lógicas de trabajo virtual y de las redes sociales. Los Miércoles de SOMA son otra extensión de la exposición y otra forma de visitarla. Las charlas se quedan alojadas en Internet.

¿Qué enriquece al arte al existir en línea, y qué parte de su proceso se pone en crisis?

Creo que lo que se pone claramente en crisis son las corporalidades humanas y sus formas de interrelación. Lo que nos pone sobre la mesa esta crisis es la necesidad de pensar, discutir y aprehender las corporalidades ciborg (de las que ya participábamos, pero siempre poniendo por encima lo presencial).

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